Erase una vez el espacio que necesita nuestro lado oscuro para ser integrado.
¿Recuerdas?
Ahora te repito la pregunta:
Y tú, ¿qué quieres quitar de encima?
“No quiero sentirme mal”.
“Yo quiero ser feliz, nada más”.
“Necesito algo que inmediatamente que saque de este estado que no me gusta”.
“Todo el mundo quieres sentirse bien, ¿no?”
“Todos tenemos derecho a ser felices”.
Emociones que no te gustan. Rasgos de ti que detestas.
Yo soy el que hoy se siente feliz y mañana se siente fatal, o triste o confundido.
¿Y qué?, ¿Qué tiene de malo sentirse así?
¡Qué no me gusta!, me dirás.
Como niños chicos queremos extirpar todo lo que no nos gusta. Fuera cosas desagradables, momentos de duda e incertidumbre. “Porque yo tengo derecho a ser feliz”.
¿Sabes quién habla cuando dices estas cosas?
Esa parte de ti que dice Wilber: “Encaramos el problema del bien y del mal procurando exterminar el mal”
Y eso también nos sucede por dentro, con lo que nos gusta y lo que no nos gusta de nosotros.
Todo forma parte de mí.
- Cuando quiero extirpar las emociones que no me gustan, estoy negando una parte de mi importante.
- Sujetarme en las emociones, y en los momentos de duda.
- Sentir la angustia y la soledad que me visita cuando dejo de huir de mí,
- Detenerme con el coraje suficiente…
Es comenzar a dar espacio a lo que siento.
DAR ESPACIO…
¿y para qué este esfuerzo de dar espacio a lo que no me gusta sentir?
¡Porque lo contrario no funciona!
Ahora te regalo este delicioso fragmento del libro de Antonio Galindo: “La corriente del corazón”, para que te dejes llevar por la poesía de tu corazón…
“Has crecido en un mundo hedonista … Y tú sin saberlo. Hedonista quiere decir que, lo que te guía es lo que te da placer. Te educaste en un ambiente de placer que te hizo inválido ante el dolor. ¿Qué hay entre tú y el dolor de diferente a lo que hay entre tú y el placer? La aversión, el rechazo. Al placer lo acoges; al dolor, lo aparcas. Y, haciendo esta diferencia de pareceres, navegas inconsciente, atrapado en la atracción de lo que aprendiste como bueno, sin dar por bien empleado lo que te sucede de no tan bueno.
Lo que parece no tan bueno, en el fondo, no es malo. Sencillamente es parte de lo que experimentas como proceso de esto que llamas vida.
Ser humano es tener el estómago que da cabida a todo lo que te sucede. Tanto si te haces millonario como si tienes un cáncer, te sucede lo que te sucede, lo acepte o lo rechaces. Pero tú, entrenado en el rechazo de lo que te hace sentir no muy bien, confundes ser humano con ser hedonista, apartando de tu vista lo que no quieres para ti, porque crees que no tiene que ver contigo.
El genuino placer está en la apertura a todo lo que te sucede, y no en un sesgo de las cosas que te pasan. Porque, si descartas lo que parece no muy bueno, entonces no consolidas, no te haces, no maduras, no ennobleces. Estás condenado a pulular como un alma en pena, sintiéndote a la zaga de lo que te sucede y acorazándote sin remedio.
Exponerte al rechazo, a la soledad ante la responsabilidad de la vida, el temor a la pérdida, la traición o el abandono, te humaniza, te sensibiliza con tu realidad descartada y te acerca a la integración.
- Sin integración, oscilas entre la aparente virtud y el aparente defecto, juzgando realidades y llegando a conclusiones.
- Sin integrar que te rechacen, oscilas hacia el orgullo.
- Sin integrar la soledad, oscilas hacia la dominación y la autosuficiencia.
- …
Integrar, dar cabida a todo, es la experiencia genuina de humanización.
Evitarlo, te hace ocupar un cuerpo sin vivir en ti…«
¡Una maravilla!, ¿verdad?
Integración significa dar espacio todo lo que hay en ti, lo que te gusta y lo que no.
Claves para integrar tu lado oscuro:
- No censurar lo que no te gusta, no evitarlo, no querer extirparlo.
- Acogerlo, darle cabida, vivirlo sin juicio (“es malo”).
- Simplemente sentirlo y quedarte ahí, sujetarte en ese momento de angustia, dolor o soledad, para perderle el miedo a sentirte así (“mal”).
- Contención frente a desbordamiento y convulsión, a bienestar superfluo pasajero.
- Reflexión frente a ruido continuo.
Porque de lo contrario me vuelvo un ser humano adicto a sentirme bien todo el tiempo, que no soporta su propio malestar, que no se aguanta a sí mismo, que se niega en cuanto se ve cómo no le gusta verse.
Incapaz de aceptarse cuando se mira al espejo.
Con miedo a sentir emociones, las suyas propias, cuando son inevitables y lo sabe.
Un ser humano alejado de su propia realidad.
Este post está dedicado a todos nosotros, en esos momentos en los que nos sentimos divididos y nos entran ganas de salir corriendo de nosotros mismos,
para que aprendamos a permanecer ahí.