Bonita imagen, pero ¡MENTIRA! la frase.
Como también lo es esta otra:
¡ eres el amor de mi vida!
Detrás del sacrificio irracional hacia la persona amada no se mueve el deseo de vida. Lo que hay es una energía de muerte. Es algo que sucede en la medida que “se renuncia a” y se rechaza el derecho a la propia felicidad, y ésta se reserva sólo para la persona amada.
Esta abnegación compulsiva como la llama Walter Riso en su obra «Los límites del amor«, es como él dice, una conducta enfermiza y altamente nociva para la persona que la ejerce. El que ama así reserva para su amado el privilegio de la felicidad.
Un placer cercano al éxtasis de los mártires mientras eran devorados por los leones. Comparación muy acertada que también hace este autor.
Se trata de un miedo masoquista que produce placer al mismo tiempo que dolor. Un miedo que se mezcla perversamente con admiración hasta adquirir matices orgásmicos.
Amar con esta abnegación compulsiva convierte al que ama en un esclavo entregado al sacrificio que cuenta con el visto bueno social y cultural.
Podemos pensar en la abnegación femenina que se da en el ama de casa, sirvienta de su esposo y sus hijos, pero tampoco podemos olvidar el rol del esposo complaciente que, como muestra de virilidad, se le exige ganar cada vez más dinero para ser reconocido como hombre.
Me pregunto:
¿Cae el que ama en la tela de araña del amado, o sucede que el amado no urge ningún plan y sólo se deja llevar cómodamente por la necesidad de su pareja de tener un amo?
Complicado de saber.
Para el otro es fácil dejarse amar. Ser cuidado y servido termina siendo un privilegio que no se cuestionará nunca.
Esta podría ser la reflexión de una persona que comienza con la admiración hacia su pareja y termina en una dependencia tan absorbente que puede llegar a consumirla.
Reflexión en 9 pasos:
1. Como te temo, termino amándote. En realidad termino haciendo girar mi existencia en torno a ti.2. Como al temerte, tú me haces caso y terminas necesitándome, cuando yo lo veo, ya tengo un motivo para seguir a tu lado: que me necesites.3. Incluso a veces puedo pensar que a fuerza de necesitarme, ya me quieres. Y en este espejismo me pierdo. Me necesitas, no puedes estar sin mí, luego me quieres. Falsa ecuación.
4. Pero es tan maravilloso ver que me necesitas, que cada vez te admiro más porque me cuento que no puedes estar sin mí. Falsa conclusión.
5. Y… ¿qué pasará cuando no pueda servirte o tú dejes de necesitarme?
6. Que me convertiré en un fastidio para ti, porque ya no te seré útil, y sin embargo, yo en mi costumbre querré permanecer a tu lado y servirte aunque ya no pueda o no te sirva para nada.
7. Y entonces me volveré patético ante tus ojos, y despertaré en ti, molestia y asqueo. Empezarás a odiarme. Justo lo contrario de lo que yo quiero.
8. Y cuanto más suplique tu atención, más molesto te resultaré y con más fuerzas querrás deshacerte de mí.
9. Observaré mi impotencia y a pesar de verla, me sentiré incapaz de hacer nada. Como el adicto, para evitar el mono sólo pensaré en seguir sirviéndote, esperando mi dosis de amor.
Efectivamente, la persona que ama desde la abnegación está abocada a su propia extinción cuando ya no pueda servir a su amado.
- Tendrá suerte si éste se revela contra ella y la expulsa de su lado, porque a pesar de la crueldad, al menos no le quedará más remedio que alejarse, herida pero aún viva.
- Pero será menos afortunada si el amado, en su egocentrismo la mantiene a su lado, a pesar de verla defectuosa e inservible, porque eso querrá decir que a partir de este momento se regocijará en su desgracia y utilizará el desprecio como venganza por no serle ya útil.
«¡Qué duro reconocer que ya no le sirvo!»
Diría el que ama.
«Mejor morir que dejar de existir para él«.
«Mi vida sin él no tiene sentido».
¡Pero no está todo perdido!
Puede darle la vuelta a la tortilla tratando adecuadamente esta adición al amado.
Si no consigues frenar tu compulsión trabajando un desapego paulatino, lo mejor será una retirada drástica.
La amputación del órgano gangrenado se hace necesaria cuando ya no se puede frenar la gangrena.
¿Tremendo?
NO, ¡EFICAZ!
Si te reconoces como un amante abnegado y servil, no esperes a hacerte la pregunta: ¿qué pasará cuando no pueda servirte o tú dejes de necesitarme?
¡ACTÚA YA!