¡ Tengo miedo!
Detrás de todo miedo hay un rechazo inconsciente.
- Tengo miedo a las alturas porque la distancia entre mis pies y el suelo me aterra.
- Tengo miedo a estar en el agua porque la comparo con el aire y me parece que no voy a poder respirar dentro de ella.
- Tengo miedo a hablar en público porque rechazo la idea de comunicarme ante mucha gente.
- Tengo miedo a estar solo porque rechazo mi propia compañía sin nadie al lado.
- Tengo miedo a la muerte porque rechazo la vida que llevo.
- Tengo miedo al dolor porque rechazo la sensación de deterioro.
¿Seguimos?
Detrás de mi miedo hay algo que no quiero ver porque no me gusta, o me cuento que es demasiado.
Puedo visualizar mi miedo de muchas formas, como una pared vertical ante mí que no puedo escalar, como una bola negra y deforme que quiere atraparme, etc…
Sea como sea el miedo viene acompañado de ansiedad, angustia, paralización, y otros síntomas que nos dejan quietos donde estamos, para eso están, para protegernos.
Pensamos: Si no me muevo, no me ve.
Pero el miedo nos ve, claro que nos ve. Y es más, en cuanto se da cuenta que ha logrado asustarnos, aprovecha y avanza hacia nosotros.
Miedo que no afronto, miedo que crece.
Sin embargo, suele ser que eso que temo, es justo hacia donde voy.
Me da miedo, pero quiero…
- Me da miedo hablar en público, pero resulta que me muero por contar a la gente lo que sé o lo que pienso.
- Me da miedo la altura, pero me muero por hacer paracaidismo.
- …
Muchas veces justo eso que tememos nos está indicando lo que queremos.
¡Que paradoja! ¿verdad?
¿Por qué quiero hacer lo que me da miedo? Si me fuera indiferente eso que quiero, no tendría que afrontar mi miedo, pero justamente para hacer lo que quiero, necesito superar mi miedo. Una parte de nosotros se siente irresistiblemente atraída hacia eso que tememos.
Piénsalo así: ¿No será que en el fondo te encanta el reto de superar tu miedo?
Puede que dentro de ti:
- Sientas el impulso de huir de lo que te da miedo,
- Sientas todo lo contrario. La imperiosa necesidad de hacer lo que deseas a pesar de tu miedo.
- Notes que hay algo que te atrae hacia eso que temes.
- No desees afrontar tu miedo, pero estés harto de que te limite.
En cualquier caso, tú sabes que en tu corazoncito hay algo que resolver porque si no, no habría miedo.
Lo intuyes, lo notas.
Imposible que no lo huelas, porque es como el olor a tierra mojada después de llover.
Lo que quiero decirte es que muchas veces el miedo esconde una falta de compromiso para hacer eso que precisamente temes.
Me da miedo emprender mi propio negocio, porque en el fondo no sé si voy a ser capaz de asumir el esfuerzo que requiere. Dicho de otro modo, rechazo la idea de ser constante y responsable. Y me cuento que me da miedo perder el dinero, o el tiempo.
Dale la vuelta:
¿Si estuvieras dispuesto a invertir todas tus energías en algo, seguirías sintiendo que te da miedo?
Si después de responder a esta pregunta notas que tu miedo ya no es tan sólido, ni tan oscuro, ni tan grande, ¡enhorabuena!, ya sabes lo que toca: decidir hasta dónde quieres comprometerte con eso que dices que quieres hacer, pero te da miedo.
¿Te da miedo decirle a tu pareja que ya no le quieres?, ¿o es que no te gustan las consecuencias de que la relación se termine?.
¿Te da miedo tu futuro laboral?, ¿o es que no soportas que no te llamen de ningún trabajo después de entrevistarte?.
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Reconoce lo que te limita y no quieres asumir (falta de compromiso), y supera tu miedo.
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Haz lo que temes y siente la emoción, sin rechazarla, de que las cosas no salgan como esperabas (fracaso, rechazo…).