A veces hay personas en nuestra vida con las que tenemos un vínculo muy fuerte. Me refiero a esas personas que son nuestra familia. La familia original, donde hemos nacido: padres, hermanos…
Pero, a veces, la familia mata…
Nuestra cultura nos enseña que estas personas son lo más importante en la vida. Y nos lo hemos creído.
No concebirmos la idea de que este vínculo desparezca. A pesar de que estas relaciones nos hagan daño y sean tormentosas, en nuestra mente y nuestro corazón, por encima de todo, está el deseo de no querer romper con ellos, o la idea de que eso es algo imposible., porque «la familia es para siempre»
No lo juzguemos, simplemente repasemos nuestro caso y veamos cuál es nuestra situación:
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¿Hasta qué punto me siento a gusto con una relación familiar que no me gusta?
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¿Hasta dónde estoy dispuesto a dejar de ser yo para ser como se espera de mí?
Estas preguntas y otras muchas son las que tenemos que respondernos para aclarar dónde estamos.
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¿Cómo es realmente la relación con mi familia?
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¿Cómo es con cada una de las personas que considero mi familia?
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¿Cómo me hace sentir esta relación?
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¿Pierdo mi coherencia interior cuando me relaciono con estas personas?, ¿dejo de ser yo?
Si has respondido SI a las dos últimas preguntas, entonces no te extrañes de que te pases la vida enzarzado en una situación tras otra: Te sientes decepcionado, el otro te engaña, te enfadas y dejas de hablarle, pero luego vuelves a lo mismo.
¡Miles de historias cotidianas que sólo son la punta del iceberg!. Porque lo que sucede en el fondo es:
- Hay un vínculo muy fuerte con esa persona que temes que se rompa y por el que eres incapaz de afrontar las situaciones cara a cara.
- Continúas esperando que vuestra relación sea lo maravillosa que “debería” entre personas que son de la misma familia (expectativas).
- Y aunque ya no lo esperes (la relación maravillosa), aun no has renunciado del todo a ello y vives con dolor la relación actual (falta de realismo).
¿Qué puedes hacer?
- Baja a la Tierra: Hasta que no aceptes que la relación es la que es y no de otro modo, todo lo demás que te cuente no te servirá para nada.
- Decide: si ya estás con los pies en la Tierra y realmente has aceptado cómo es vuestra relación, ahora te toca decidir si quieres continuar o decides cortar.
- Piénsalo bien: Disculpa tanta insistencia, pero volvamos de nuevo atrás. Vamos a suponer que como te decía al principio, “no puedes” o “no quieres” terminar definitivamente con vuestra relación, entonces ha llegado el momento de coger distancia.
- Coge distancia: se trata de ver cómo te planteas continuar relacionándote con esa persona sin engancharte a cada cosa que haga o diga con la que no estés de acuerdo. ¿Puedes vivir desde fuera lo que el o ella te van a reclamar que vivas desde dentro?, ¿Puedes respetar que los otros vivan en su burbuja y que su vida no te guste y a pesar de ello seguir relacionándote?, ¿o te van a llevar los demonios cada vez que se comporten como tú no lo harías?
Detente aquí el tiempo que necesites, porque esta decisión es definitiva.
- Si eres incapaz de coger distancia, lo siento, pero estás condenado a sufrir con vuestra relación eternamente. No es imposible, pero si es una continua fuente de insatisfacción personal y una manera segura de cargarte la propia confianza en ti mismo. Se llama incoherencia y eso es algo que pasa factura.
- Si te ves con el ánimo e intentas coger distancia, enhorabuena, porque antes o después lograrás encontrar la manera de relacionarte con esas personas.
Pon tus propios límites:
- No pierdas en ninguna situación tu coherencia, no te traiciones, antes llévales la contraria y asume las consecuencias (no gustar o no ser comprendido). Créeme, es un precio que merece la pena pagar.
- Toma nota de lo que puedes esperar del otro y en ninguna circunstancia le pidas más (recuerda, “pies en la Tierra”).
- No retrocedas y mantente en la idea de que vuestra relación es como es y no como te gustaría.
- Y por último, pregúntate todas las veces que así lo sientas en tu corazoncito, si aún te merece la pena esta relación.
¿Todo esto te resulta muy duro?
Pues recuerda que sólo es una alternativa que funciona, pero que nadie te pide que pongas en marcha. Tú decides, y date cuenta que en cada momento decides según lo que realmente estás en disposición de hacer, porque tus límites sólo los conoces tú.
Ventajas:
- Quizás cuando emprendas este camino, os dejéis de hablar y aparentemente y por un tiempo, las cosas empeoren. Pero si te mantienes firme en tu decisión, verás como el tiempo te traerá sorpresas.
- El otro descubre que vuestra relación no es como antes, y este cambio le hace posicionarse, y quizás decida hacer algo que hasta ahora no entraba en sus planes.
- Como tú has movido ficha, el otro también la mueve y ¿dónde os llevarán estos cambios? En cualquier caso a ti ya te han conducido a una mayor claridad y coherencia, y eso se nota. Tanto o más que dejar el pan en tu dieta o pasear todos los días. Aunque cueste, se nota, ¿verdad?