No hace mucho os hablaba de esas ocasiones en las que no sabemos cómo decirle a alguien que salga un rato de nuestras vidas porque no podemos más, y lo que hacemos es lanzar al otro mensajes que no comprende… “has decidido hablarle en marciano y esperas que él te entienda”.
Hoy el tema se parece, porque va de relaciones y de cómo “decir basta”, pero la cuestión es otra…
¿Qué te sujeta a relaciones que ya no te dicen nada?
María tiene dos amigas de toda la vida. Una de ellas se ha separado y está como loca buscando pareja, en cambio la otra está dedicada a cuidar en cuerpo y alma a sus 5 gatos. María se siente extraña porque, como ella dice: “es que ni lo uno ni lo otro”.
¿A qué crees que se refiere María?
Juan tiene un amigo de la universidad que continúa llamándole de vez en cuando. La cuestión es que ahora su amigo quiere irse de vacaciones a Laponia, y ha llamado a Juan para que le acompañe. Juan tiene muy claro que le gusta su amigo, pero la combinación “amigo + Laponia” le pone los pelos como escarpias.
¿Qué crees que debe hacer Juan?
Situaciones que en principio no son demasiado complicadas, pero que ponen al rojo vivo lo que subyace en las relaciones de toda la vida y nos enfrentan a un dilema emocional.
Te repito la pregunta:
¿Qué te sujeta a relaciones que ya no te dicen nada?
Los contextos de todos nosotros cambian. Por eso María se encuentra con que lo que van buscando sus amigas hoy en día no se parece en nada a lo que querían hace unos años. Entonces las tres estaban en sintonía. Sus intereses coincidían, sus necesidades y seguramente su manera de entender la vida. Pero eso ha cambiado.
María quisiera explicarles que ella necesita hacer nuevas amistades para seguir haciendo lo que siempre hacían juntas. Sin embargo, está convencida de que no la van a comprender.
1.- Al margen de que sea así o no, María tiene la responsabilidad consigo misma de verificarlo y mostrar a sus amigas su necesidad.
¿Puede perderlas en el intento? ¡Pues claro!
Pero, también puede llevarse muchas sorpresas:
- Quizás sus amigas estén tan a disgusto como ella con la relación y tampoco se atrevan a decirlo.
- Quizás estén deseando cortar.
- Quizás crean que es María la que ha cambiado.
- Quizás…
¿Y cómo puede salir María de dudas?
Sí, ¡lo has adivinado!…
2.- Preguntando, comunicando su deseo, planteando las cosas con todo el cariño y la buena voluntad del mundo, pero poniendo las cartas boca arriba para hacer frente a su malestar y a la nueva situación entre ellas.
Porque quizás si se sinceran y no se juzgan, aún haya posibilidades de salvar la relación.
¿Y qué me dices de Juan?
Él piensa que tiene un papelón porque su amigo es un tío muy majo, pero es muy pesado.
3.- No sería mala idea que Juan analice lo que le diferencia de su amigo: ritmos, gustos,… y piense en todo lo que pueda salir a la luz si están juntos más tiempo del habitual. A partir de ahí, asumiendo las diferencias y sin juicios de valor, Juan podría plantear sus dudas a su amigo y entre ambos decidir.
Si realmente hay algo auténtico entre ellos, lo de viajar juntos no hará que su amistad se tambalee, y si no lo hay, es fácil que alguno dé más importancia a lo circunstancial que a lo verdadero, y en este caso…
4.- Cuando nuestras circunstancias cambian, en lugar de esperar a que nuestras amistades se terminen de puro aburrimiento o “buscar” la excusa perfecta, existen otras alternativas:
Las amistades se reconstruyen, se transforman, se redefinen. Sólo hay que querer hacerlo.
5.- Cuando merodea la sospecha de que “esto ya no nos merece la pena a ninguno”, hay que ser valientes y analizar la relación.
- ¿Hasta dónde podemos estirar de la goma sin que se rompa?
- ¿Hasta dónde podemos resistir?
- ¿Somos conscientes del coste emocional que supone mantener una relación que nos produce insatisfacción?
Pero aún queda la pregunta más difícil:
¿Qué sacas en limpio de una relación que no te dice nada e incluso ya no soportas?
- El miedo a quedarnos solos, a no tener con quien viajar, a quien llamar, con quien contar si lo necesitas…
- El sentimiento de culpa porque en otro tiempo tu amigo te doy mucho…
Son cuestiones que pesan en la balanza, lo sé.
Pero por favor, también pon en el otro lado la sensación de traicionarte a ti mismo cada vez que aparentas lo que no sientes, o dices lo que no piensas, o mientes…
1.- Primero reconoce lo tuyo: lo que ya no quieres, lo que te conviene, lo que no quieres perder…
2.- Así podrás reconocer lo del otro, porque él también tienes cosas que no quiere, otras que teme perder, etc.
Cuando lo que me das es más importante que lo que significas para mí, lo nuestro ya es una relación de intereses, no una amistad.
- Y si los dos lo sabemos y estamos de acuerdo, ¡estupendo!.
- Y si no, alguien está sujetando las cosas, alguien está pasándolo mal…