Lo dice Buda, las cosas cambian y ninguna es permanente.
El movimiento sucede.
Yo soy movimiento.
¿Tú eres movimiento?
Con los años me he ido dando cuenta que los procesos se repiten en mí, pero aun así no me lo acabo de creer.
Porque cada vez que entro en un estado, empiezo a sentir que nunca más las cosas van a ser de otro modo. Lo que vivo en cada instante, me lo creo tanto, que lo doy por cierto hasta el punto de convencerme que no hay nada más. Todo lo demás deja de existir.
Cuando enfermo me olvido de que hace dos días salía a la calle, iba y venía como siempre. Olvido que fue así y es como si hubiera vivido siempre en el ahora de estar enferma, sin conocer otro estado. Me asusta esta permanencia.
Cualquiera diría que soy movimiento, ¿no?
Pero sé que lo soy porque he observado que, a pesar de que mi memoria se nubla cuando me pasa algo; mis sensaciones, mis ideas, mis miedos, mis inquietudes, y todo este batiburrillo junto, son como olas que llegan, suben y se dejan ver, pero antes o después bajan y se van, o mejor dicho, se funden de nuevo con el mar que nunca dejaron de ser.
Lo explica así Jeff Foster en una entrevista, mientras habla de la “aceptación”:
“Cada ola que aparece, cada pensamiento, cada sensación, cada… cualquier cosa que pudiera aparecer en tu experiencia es una expresión de la consciencia, es una expresión del océano. No hay ninguna ola que pudiera aparecer que no fuera el océano. No hay ninguna ola que se encuentre fuera del océano. No hay ninguna ola que esté en contra del océano. Ninguna ola, ningún pensamiento, sensación, sentimiento, está en contra de la consciencia o como quieras llamarlo.”
Le pasa a las olas en el mar, le pasa al polvo en el aire, al perfume del que pasa a tu lado, a la luz del día, a las nubes del cielo, al aire que respiro, incluso a la vida, todos ellos en su máximo esplendor se hacen presentes, pero esto no les hace eternos.
¡Maravilloso!, ya no tengo que temer que algo dure eternamente.
Cuando sienta que me muero, cuando me aburra, cuando esté harto de alguien o de algo, cuando tenga miedo o ansiedad, cuando me cuente que no puedo, en el fondo sabré que eso se va a pasar, que no va a durar siempre, y me voy a quedar en “el día de la marmota”.
Yo soy movimiento, todo es movimiento. Y si me uno a esta idea, mejor será. Nada permanecerá, nada dolerá tanto, nada será tan horrible ni tan feo, ni tan imposible, ni tan insoportable, porque todo dejará de ser en algún momento.
Igualmente ni el amor, ni la paz, ni la felicidad, ni el éxito, ni la salud, ni la vida de nuevo, te puedo decir que vayan a ser eternos. Tampoco ellos permanecerán.
Y no podrás sujetar ni a unos ni a otros.
Podrás resistirte a que vengan o se vayan, pero igualmente lo harán. ¿Acaso podrás evitar que el enamorado deje de estarlo, o que la tormenta se pase?
Me inundo de ello, absorbo en mi propia naturaleza su movimiento.
Yo me doy cuenta que soy movimiento.
Respiro y noto el sube y baja de mi pecho.
Me identifico soy movimiento y estoy aprendiendo a dejarme llevar por el sin angustiarme aunque me resulta dificil en ocasiones .
Hola Teresa!
Ya verás cómo cada vez te sientes más unida al movimiento que sucede dentro de ti.
Se trata de perder el miedo y sentir lo que te rodea, convencida de que nada es eterno y todo pasa.
Un abrazo!