– “¿Qué te pasa?”, pregunta inocente Ángela a su novio.
– “¡Ese idiota!, ¿no ves cómo te ha mirado?”.
– “Será por los pelos que llevo”.
– “No, te mira porque le gustas, ¡ni que fuera tonto!”.
Al oírle, Ángela se siente muy halagada porque nota que Antonio, su novio, se ha puesto celoso.
Eso quiere decir que me quiere, piensa Ángela, a otro le hubiera dado igual, pero a él le molesta que me miren, ¡como si yo fuera a fijarme en el primero que pasa!.
«Él sabe que no, que sólo pienso en él todo el día«.
«Siempre estoy cuando me llama, y desde que salimos juntos no he vuelto a quedar con mis amigos.»
¡LOS CELOS no significan que te quiera!
A los pocos meses, cuando Ángela se nota un bulto en el pecho, decide ir al médico.
– “¿No te desnudarás delante de ese señor?”, le dice su novio escandalizado.
– “No lo sé, pero hombre Antonio, ¿cómo quieres que sepa lo que tengo si no me mira?”.
– “Te digo que no quiero que vayas, ¡cámbiate a una doctora!”, responde Antonio a Ángela muy serio.
En esta ocasión Ángela ya no se siente tan halagada, y algo empieza a preocuparla. Por eso le cuenta a una amiga lo celoso que es Antonio.
Pero Ángela aún no lo quiere ver, y se queda muy sorprendida cuando su amiga le responde tajante:”¡tu novio es un machista!, ándate con cuidado, ya ves lo que está pasando todos los días, cada vez hay más mujeres asesinadas por los bestias de sus maridos o sus novios”.
“¡Qué exagerada!”, piensa Ángela de su amiga.
“Lo que pasa es que Antonio me quiere tanto, que enseguida se pone celoso, pero él no es uno de esos animales”.
Cuando Ángela pensó esto, no sospechó ni por un instante la mala jugada que el destino le tenía preparada.
Un año después, su novio Antonio casi mata de una paliza a un antiguo amigo que llevaba varios días preguntando en el barrio dónde vivía Ángela.
Era un compañero del Instituto que la conocía desde que eran pequeños y le había perdido la pista cuando ella se cambió de casa.
Antonio ni siquiera se molestó en preguntarle, le siguió una tarde, y cuando vio que se dirigía al portal de Ángela, se le nubló la cabeza y en un ataque de celos, casi le mata a puñetazos.
Desde entonces las cosas se complicaron para Ángela, su novio se volvió serio, siempre estaba tenso, y cada vez le hacía más preguntas: “a qué hora has llegado”, “dónde estabas”, “por qué no has cogido el móvil cuando te he llamado”…
Ángela empezó a darse cuenta de que su vida había cambiado, se sentía vigilada las 24 horas y, cuando hablaba con Antonio, tenía miedo de que él sacara punta a cualquier comentario.
Ángela ya no era feliz con esta relación, Antonio ya no le parecía tan amable y enamorado, ahora le veía como su carcelero y ella se sentía su prisionera.
Por eso un día se armó de valor y, después de pensarlo mucho, una tarde decidió explicarle a Antonio que quería terminar con él.
– “Yo te quiero mucho”, empezó diciéndole Ángela, “pero reconoce que ya no somos felices, lo mejor es que lo dejemos ahora y sigamos siendo amigos”.
Las palabras de Ángela cayeron sobre Antonio como un jarro de agua fría. Primero se quedó helado, pero en pocos segundos notó que el pecho le estallaba de rabia.
Apretó las mandíbulas y miró a Ángela como si pudiera abrasarla con el fuego que salía de sus ojos. La cabeza empezó a latirle con fuerza y agarró a Ángela por el cuello con toda la energía de su cuerpo concentrada en sus manos, sin dejarla respirar.
¡La estaba ahogando!
Ángela abrió los ojos como si le fueran a estallar, pero por suerte, antes de que el pánico la hiciera rendirse, vio cómo un hombre que venía hacia ella, se lanzó por detrás, y en pocos segundos logró parar la fuerza titánica de los brazos de Antonio.
En cuanto pudo, Ángela se zafó de aquellas manos destructoras, convencida por fin del peligro que corría al lado de su novio.
¡NO TE ENGAÑES!, los celos de tu pareja no significan que te quiera mucho, sino que es posesivo y controlador.
Cuando él se siente celoso, en realidad no está pensando en ti, sino en él.
Tú eres su posesión y no está dispuesto a consentir que le quiten algo. Es como si intentaras arrebatarle a tu perro de la boca el hueso que le acabas de dar; antes que soltarlo, te mata a mordiscos. En cambio si le regañas, intentará engañarte poniéndose cariñoso hasta que le perdones.
Piénsalo bien, del mismo modo reaccionan los maltratadores en potencia.
Por eso, interpreta sus celos como una advertencia y no como un signo de amor.
¡No lo olvides!
- Los celos se pueden considerar patológicos en el momento que condicionan la conducta de la persona celosa. Es decir, el celoso «pierde la cabeza» y deja de razonar.
- Los celos cuando son patológicos dan señales, que a lo mejor no quieres ver, pero están ahí.
- Cuando los celos van a más, toma medidas y no esperes que el otro cambie, porque los celos tienen mucho de irracional y para que la persona celosa cambie, es preciso que realice un trabajo terapéutico profundo y no sirve con que intente un simple cambio de conducta.
- ¡Quédate con los hechos y no con las palabras!. Un celoso patológico es muy posible que termine maltratándote psicológica y/o físicamente. Después ya sabes que para no perderte te va a alagar. Pero eres tú quien tiene que leer en sus acciones y no creer sus palabras.
¿Has sido o eres víctima de una persona celosa?, ¿qué crees que puedes hacer?