Somos adictos a lo inmediato.
Necesitamos respuestas y gratificaciones inmediatas, placeres y soluciones instantáneas…
¡Todo tiene que suceder ya!
No podemos esperar, no sabemos sujetarnos ni un momento.
Reaccionamos a impulsos:
- Si me agobio, busco desesperado algo o alguien que me tranquilice. Necesito cuanto antes un remedio para mi angustia.
- Si algo no sale como espero, tampoco lo soporto, tengo que buscar culpables, descargar mi rabia contra algo, asfixiarme, sentirme muy mal, y todo para tapar mi intolerancia a lo que acaba de suceder.
- Me enfado a toda prisa y sin pensarlo, me desespero.
- Intento esconder hasta el llanto porque es sinónimo de estar mal.
- Me entristezco y quiero sentirme alegre en tres segundos.
- Me deprimo y me asusta tanto lo que pienso, que empiezo a repetirme a toda prisa mensajes positivos.
Cualquier sensación no placentera la vivo con rechazo, algo que hay que eliminar cuanto antes.
Freno el malestar, cuando lo que debería sujetar es lo que viene después, mis ganas de quitármelo y de salir corriendo.
¿De dónde nos viene esta necesidad de respuesta?
Es hija de otra mucho mayor, la necesidad de que las cosas sean como yo creo que tienen que ser, y como siempre fueron. ¿Arrogancia, quizás?
A esta zona segura que dibujamos, la llamo NECESIDAD DE CONTROL.
A veces se manifiesta abiertamente, en nuestra formar de mandar y dirigir la vida de los demás, pero la mayoría de las veces sólo se nota en esa frustración instantánea que notamos sin saber por qué, y en esa necesidad de respuesta a todo, de decir o hacer algo sin dejar un hueco entre lo que sucede y mi reacción.
Este hueco le llamo REFLEXIÓN, y me gusta pensar que se puede traducir por SILENCIO.
Silencio de palabra, ausencia de movimiento, reposo, quietud física y mental. Acompañada de un arco iris de emociones, pero silencio, al fin y al cabo.
2.- NO JUZGUES tu “no saber qué hacer”, no lo catalogues de incómodo. Ella, la incomodidad te está pidiendo que te detengas hasta que decidas consciente o inconscientemente.
Hasta que escampe y se despeje el cielo en tu cabeza. Hasta que te escuches y encuentres tu respuesta, o hasta que concluyas que no sabes qué hacer y punto.
Para entonces tu malestar habrá dejado de ser un problema.
Cierra los ojos, o mira al suelo, retén el aire un momento y explica con cariño a tus prisas que esta vez vas a pasar de ellas.
Quizás tu incertidumbre se enoje y te responda con más impaciencia, pero tú insiste y continúa en tu silencio.
Al no recibir respuesta antes o después tu falta de aire concluirá que te basta con respirar.
- La inmediatez dará paso a la TOLERANCIA.
- El silencio a la CLARIDAD.
- La claridad a la ligereza, y ésta al BIENESTAR.
Todo esto sucederá sin pretenderlo. Justo cuando no quieras alcanzar a toda prisa la satisfacción y hagas hueco a tu sensación de ahora para que se manifieste en toda su grandeza.
Qué bueno el artículo Mercedes, me ha encantado!!!
Hola Adriana,
Muchas gracias por tu comentario y por unirte a este espacio.
Me alegra que te haya gustado, y ojalá te sea útil
Un abrazo!
Hola Adriana,
Me alegro de que te haya gustado. Eso es que has sentido esas prisas alguna vez, ¿verdad?.
Ser adictos al bienestar inmediato nos hace cada vez más intolerantes y lejos de darnos bienestar nos provoca mucha frustración, así que sujetarnos y no salir corriendo de cualquier malestar es un sabio ejercicio.
¡Un abrazo!