Dejamos de amarnos justo en el momento que aprendemos que los demás sólo nos querrán si nos portamos como nos dicen.
¡ ADIÓS AUTOESTIMA!
Sí, como lo yes,
renuncias a amarte porque necesitas que te amen.
No podemos amar de dos maneras a la vez, es imposible.
Yo no puedo quererme de manera natural e incondicional a mí ni a nadie, y a la vez querer para conseguir lo que necesito.
O quiero de una forma, o quiero de otra.
Nacemos amándonos sin más, sin cuestionarnos nada, pero pronto dejamos de hacerlo.
Dicen que a los tres o cuatro años, ya hemos aprendido cómo funciona este sistema de intercambio. A esa edad, los adultos ya me han enseñado que para que me quieran tengo que portarme bien, y si no lo hago me retiran su cariño.
No incriminan mi conducta, no me reprenden y me enseñan, me juzgan entero como persona, me dicen “eres malo y si no te portas bien, me enfadaré contigo”.
Y a partir de ese momento ya sé lo que tengo que hacer,
portarme bien para que me quieran.
Por eso cuando veo una sonrisa en la cara de los adultos, sé que me estoy portando bien, y cuando me chillan, me estoy portando mal. Es muy sencillo, pero también es muy perverso.
Porque si se enfadan, yo no me siento bien, entonces pienso el modo de contentarlos de nuevo, y así es como poco a poco ellos dicen que me están educando, y también así es como poco a poco yo aprendo que lo más importante para sentirme bien, es que los demás me quieran.
Y todo sería estupendo, si yo o tú pudiéramos querer de esto modo tan chantajista, y a la vez querer sin condiciones.
Porque conmigo también aplico el mismo patrón,
sólo me siento a gusto y satisfecho de mí, cuando hago lo que debo, y logro lo que me propongo, y si no, ya no me quiero.
Me castigo contándome que no soy suficientemente bueno, y que tengo que mejorar y cambiar. Entonces es cuando siento que mi AUTOESTIMA está por los suelos.
Ya te lo decía, no se puede querer de dos maneras.
A medida que crecemos, amarnos deja de ser lo natural. Convertimos en normal buscar continuamente el afecto y el reconocimiento de los demás, y sentirnos bien cuando lo logramos.
Por eso construimos tantos personajes que nos representan y nos hacen quedar bien, como lugares y situaciones vamos viviendo.
Así pronto me convierto en el alumno perfecto, luego en el hijo estupendo, y más adelante seré la media naranja de quien muestre interés por mí, porque claro, se lo debo a esa persona que se ha fijado en mí.
¿Y yo?
¿quién soy yo?, ¿dónde me perdí?, ¿dónde me quedé?
Escondido detrás de tantas máscaras. Indefenso y con miedo a ser descubierto en un descuido.
Pero sin duda, de quien tengo más miedo es de mí.
Sí, lo peor sería encontrarme un buen día conmigo, así de sopetón.
Porque basta que suceda algo fuera de lo previsto, que mi rutina se tuerza. Y en ese momento, si no me ando con cuidado, es muy posible que me encuentre mirándome en un espejo, o peor aún, viéndome en otro.
¿Conoces esta sensación?
Pues es como si aterrizaras de repente, recién llegado de otro planeta, aquí en tu vida. En tu casa y entre tu gente. Y al girarte hacia los lados te notaras extraño en tu cuerpo y en tu historia.
Bueno, no es para tanto. La desubicación se va en cuanto te enganches a cualquier cosa que te resulte conocida, así que tranquilo.
Sin embargo, si me permites un consejo, no tengas prisa por volver a disfrazarte de nada.
Permanece un instante ahí delante de ti, desnudo ante tu propia naturaleza, y observa lo que ves.
Si te da vértigo, agárrate a algo, siéntate, pero intenta permanecer un instante contigo.
¿Qué ves?, ¿qué notas?, ¿qué sientes?
Sí, ese eres tú. Ni más ni menos.
Yo cuando me pongo enfrente de mí, de repente pierdo la noción del tiempo y olvido si estoy en la infancia o en el presente, porque me noto la misma.
¿Y a ti, qué te sucede?
También te cuento otro secreto. Sólo desde este lugar de estar conmigo, poco a poco voy recuperando la manera natural de amar y amarme.
A algunos nos toca hacer el camino inverso, y aprender a valorarnos por ser como somos sin más.
Es un viaje complicado, pero merece la pena, te lo aseguro.
Así que, desde aquí te animo a intentarlo.
Que buen artículo! Realmente es cuando lo lees cuando tomas conciencia de su significado. Gracias
Gracias Mª Ángeles!
Desaprender para volver a aprender a amarnos nos conduce a una paz interior inmensa. Es algo que ojalá nos planteemos todos en algún momento de nuestra vida porque merece la pena.
Nos vemos pronto. Un abrazo!