A veces nos aferramos a lo viejo sin darnos ni cuenta.
Me refiero al sentimiento de rencor hacia alguien cuando ya está todo dicho.
Ya lo sé todo, ya lo he comprendido todo, y aún así no salgo del rencor hacia el otro y la queja de lo mío.
Un caso:
Alberto y Ana se dedican al diseño gráfico, y comienzan a trabajar juntos. Se conocieron en la carrera, se llevan muy bien y profesionalmente se complementan, porque a él se le da mejor la parte estética y a ella la técnica.
Después de un par de años, se separan porque Alberto entra en una empresa como responsable de un equipo de desarrollo web.
No se pelean. Incluso Alberto comenta a Ana que le pasará todo lo que pueda para que ella continúe trabajando como autónoma, y que por supuesto, si puede la meterá en su empresa.
Pero pasa el tiempo, y las promesas de Alberto no se cumplen.
Este es el proceso de Ana:
- Ella comienza a decepcionarse de Alberto.
- Y después de la decepción viene el enfado y la rabia.
- Habla con Alberto y le echa en cara que las cosas no han sido como le prometió.
- Le dice que tenía que haber sido más sincero con ella, que no tenía que haberle dado falsas esperanzas…
La cuestión es que Ana después de hablar todo esto con Alberto:
- Reconoce que quizás fue demasiado optimista y le ofreció tantas cosas porque se sintió culpable de dejarla tirada.
- Y reconoce que ella misma podría haber sido más realista, y darse cuenta que, a pesar de lo que él la contase, era muy difícil conseguir trabajo de la mano de Alberto.
Después de estas reflexiones Ana va resolviendo su rabia, pero con el tiempo no puede evitar tener sentimientos contradictorios hacia Alberto. Unas veces piensa que ya está todo resuelto, y otras siente un rencor inmenso hacia él.
Ana se atasca en su propia contradicción.
Está convencida de que ya no hay nada que hablar con Alberto, ni nada que comprender que ya no sepa, ni nada más que pensar. Pero no deja de darle vueltas.
Entonces, ¿ahora qué puede hacer Ana?
Una conversación con Alberto hace que a ella se le encienda una lucecita.
Él le cuenta que le han dado un proyecto estupendo en su empresa. Recibirá un curso muy caro, y si todo termina bien, le han prometido una subida de sueldo.
Cuando Ana cuelga el teléfono, le llevan los demonios. ¡Lo suyo ya es el colmo, porque ahora se muere de envidia por Alberto!
Se averguenza mucho por pensar que ojalá todo le salga mal, y llega a la conclusión de que su historia con Alberto nunca va a tener fin.
El resentimiento de antes se acaba de convertir en envidia,
Y sabe que dentro de unos días podría ser de venganza, si Alberto le pidiese algún favor, o de odio si ve que todo le va sobre ruedas, o…
¡Vete tú a saber en qué se puede transformar el resentimiento de Ana!
Pero… aunque parezca mentira, ahora tiene delante una maravillosa oportunidad.
¿Qué le dice su envidia?
Que el cuento del rencor y la queja son sentimientos viejos que la mantienen enganchada al pasado.
Que la envidia que siente es porque no puede vivir sin compararse con Alberto.
¿Y cómo puede aprovechar ella esta envidia?
- Lo primero de todo, será abandonar el pasado y fijarse en lo que siente ahora.
- Lo segundo es darse cuenta que mientras se compare con Alberto, está abandonado su responsabilidad de buscar trabajo.
- Lo cierto es que Ana prefiere fijarse en su amigo, a hacerse cargo de su futuro profesional.
Míralo así:
¿Ana hubiera envidiado tanto el éxito de Alberto si la hubiera pillado a ella trabajando, o al menos intentándolo?
La respuesta es NO.
Porque esto significaría que Ana se habría centrado en ella, en su profesión y en su deseo de ganarse la vida con lo que le gusta y sabe hacer.
¡Aquí está la clave de todo!.
Gracias a que ha descubierto que sus sentimientos hacia Alberto nunca iban a tener fin, Ana puede recuperar las riendas de su vida y dejarse de viejas películas de culpas, deudas, decepciones, deberías, y demás “cuentos” que sólo le han servido para permanecer inmóvil sin hacer nada por ella misma.
¿Ves como los viejos sentimientos suelen ser sólo historias rancias que en el fondo seguimos contándonos para no hacer nada?
Ponte a prueba, y busca la ocasión para movilizar lo que tienes enquistado, y fijarte más en lo que ahora sientes. Sólo así podrás plantearte soluciones nuevas desde un escenario diferente.
Ana estuvo atenta, y aprovechó su envidia para resolver su viejo rencor,