Este es Oso, y ¿crees que conoce el verdadero significado de la vida?
Yo le veo y pienso: Él ama la vida.
Para él la vida no es más que existir un día tras otro. La vida ya la tiene, le posee, no conoce otra cosa.
Estar vivo para él es estar y, ¿acaso hay algo que sea lo contrario de estar?
Creo que si Oso hablara, diría:
«Yo existo, yo quiero existir, yo me aferro a esto que recibo. Si me cuidan me dejo, si me quieren doy cariño.
Doy cariño aunque no me lo den, porque dar cariño me hace sentir, y sentir es lo que me permite la vida, lo que hace cualquier ser que está vivo.
La vida es sentir. Y cuanto más siento más vivo estoy, luego doy cariño sin hacerme más preguntas y buscar más porqués«.
Siempre me ha sorprendido, pero ya lo tengo confirmado: cualquier animal que necesita cuidados, en cuanto se los dan, rápidamente “resucita”.
Están conectados a la vida de tal manera, que la más mínima ayuda, enseguida la aprovechan y “salen adelante”.
Le pasa a Oso, le pasa a los pinos del parque que casi nunca riegan, le pasa a cualquier ser vivo que, incluso sin saberlo, apuesta espontáneamente por continuar vivo.
Deja de pasarle al gatito que se pone enfermo y decide dejarse morir, pero mientras que no toma esta decisión de abandonar la vida, por defecto decide continuar vivo, como todos.
Y mientras Oso hace lo que tiene que hacer con su vida,
¿por qué yo nada más verle me estremezco y empiezo a hacerme preguntas?
Su ternura me cautiva y al tiempo que me atrapa, me detiene. Despierta en mí algo no resuelto. Toca la tecla de la sensibilidad. Me saca de mi rueda de gánster y dejo de dar vueltas.
Y esto, quiera yo o no, cambia mi ánimo, se me saltan las lágrimas, me entristece y me fastidia un poquito porque me hace sentir vulnerable.
¡Qué tontería!, pienso, es sólo un gatito.
Ya, pero si te fijas, hemos pasado de hablar de Oso a hablar de ti y de mí.
Muchos de nosotros tenemos esta fibra sensible que se activa en determinadas circunstancias. Tú tienes tu punto débil y yo el mío. La cuestión es,
¿Qué sucede dentro de nosotros cuando nos tocan la tecla de la sensibilidad?
Sucede que automáticamente se nos pone un espejo delante y dejamos de ver lo que vemos, para vernos a nosotros mismos.
No es Oso el que hace que se me salten las lágrimas, él está a lo suyo, siente y pelea o hace lo que tenga que hacer, pero no se siente indefenso porque él “hace” y no se cuestiona lo que hace.
La indefensión que activa en mí ese sentimiento de tristeza e impotencia, no es la de Oso, es mi propia sensación de indefensión.
Soy yo la que me siento indefensa y no Oso. Si te fijas, que Oso está indefenso, es cosa mía y no suya.
Oso lo único que hace, es que, con su ternura, pulsa la tecla en mí que activa mi propia sensación de indefensión.
Protegerse significa no ser capaz de reconocer mi indefensión, y ante esto “me invento” la indefensión de Oso.
De alguna manera, no me siento capaz de salir adelante en mi vida, de defenderme, me veo débil y vulnerable, y que “no puedo”. Y todo esto me resulta tan doloroso de aceptar, que, en lugar de pararme a sentir todas estas sensaciones, lo que me sale es mucho más sencillo:
Desde este lugar, incluso puede que tú y yo ayudemos a los demás, y a Oso, pero por favor,
no te confundas y pierdas esta ocasión para darte cuenta de lo que sucede dentro de ti.
Aprovecha estas veces en las que alguien que ves indefenso, como ahora Oso, nos regala la maravillosa oportunidad de darle la vuelta al espejo y vernos a nosotros mismos.
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¿Qué te cuentas que es demasiado para ti?
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¿Qué sientes que no vas a superar?
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¿Con qué crees que no puedes?
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¿De qué no te ves capaz?
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¿No será que te estás planteando la vida cuesta arriba, cuando en realidad sólo tienes que sentir, sin juzgar como malo lo que te sucede?
¿Eres como el niño chico que se cae y antes de empezar a llorar porque se ha hecho daño, mira a su madre, y después de ver en ella cara de espanto, es cuando realmente rompe a llorar?
¿No será que te detienes a contarte que “no puedes”, en lugar de hacer lo que te sale hacer sin más?
¿Es que tienes miedo a sufrir y pasarlo mal porque antes lo has pasado mal?, ¿y qué?
¿Acaso antes sabías que “pasarlo mal” sólo es lo que tu ego te cuenta para no moverte?
Pasa lo que tengas que pasar, pero por favor, deja de contarte que es tan malo lo que te está pasando.
- VIVE lo que te sucede como Oso, sin tanto juicio.
- LUCHA por la vida como él, sin esfuerzo pero sin pausa.
- Si te da pena de ti, haz algo para sentirte más fuerte.
- Y HAZ, sobre todo haz, porque al “hacer” dejas de contarte historias.
- HAZ lo que necesites hacer, sin anticiparte a tu dolor.
- ATRÉVETE a sentir lo que te toque sin encogerte antes de tiempo, porque nada luego es para tanto.
- Y si lo es, estate seguro que vas a poder con ello, porque sólo tienes que vivirlo sin juzgarlo.
Cuídate con las mismas ganas que cuidarías a Oso. Y…
Si puedes cuidar a Oso, o sabes de alguien que pueda llevárselo para compartir con él la vida, ¡no lo dudes! Y ESCRÍBEME.
¡Gracias!