La desesperación que sientes cuando pierdes algo, sólo se arregla dejando que tu corazón se las apañe solito con la incertidumbre y el dolor que siente.
¡DESPEGA, por dios despega!.
Te observo, aferrado a lo que quieres, desesperado en tu búsqueda, ansioso por conseguir. Y ciego a todo lo demás.
Pon DISTANCIA. Sé que en tu ilusión crees que lo único que te hará feliz ahora mismo es conseguir lo que tan desesperadamente estás buscando.
Te han arrebatado la felicidad, te han quitado el amor o el bienestar, y como tú dices, te han partido el corazón.
Has perdido eso que querías, se ha ido la persona o la situación en la que tú habías depositado cabezonamente todo tu bienestar. Bienestar es poco, en eso que ahora no tienes, habías puesto la vida. Sin eso nada tiene sentido para ti, absolutamente ningún sentido.
Te veo llorando de impotencia, sin palabras para describir lo que sientes, concluyendo una y otra vez: “quiero eso y sólo eso”, y ante esa angustia tuya. sé que no hay nada que yo pueda hacer.
No hay consuelo, no hay solución, y aunque la hubiera, y yo te la pusiera delante, tú no la verías, porque tú sólo quieres recuperar lo que has perdido.
En realidad no quieres hacer lo que haya que hacer, sólo quieres el resultado final, sin saber el camino. Te da igual cómo, porque nada te importa.
Y una y otra vez explotas, te quejas, te repites y cuentas lo mismo a quien quiera oírte. Y una y otra vez terminas mirando al que te escucha a los ojos, esperando una respuesta mágica, soñando que sea el día de los Reyes Magos, y te ponga delante lo que tú estás buscando.
Conozco esa sensación de chocarte contra un muro mil veces y no pasar de ahí. Tú también la conoces. Pero sólo ves el muro porque sólo miras delante de ti, y siempre en la misma dirección.
Y como si la vida fuera ese conseguir algo, y llegar a una meta para luego ser feliz eternamente, te olvidaste de la verdad. Que nada te puede hacer feliz en sí mismo, que tu paz se encuentra en tu sentimiento, no en lo que tienes ni en lo que te rodea, y que además esa paz no es eterna.
ABRE los ojos, o mejor CIÉRRALOS y aléjate de esta sensación de impotencia. Aparca por un momento tu insistencia, deja que se vaya como la brisa que te acaricia pero no se queda en tu piel, porque si lo hiciera, dejarías de notarla.
RESPIRA sin preguntarte para qué ni por qué. Aparca las preguntas y renuncia a las respuestas.
ABRAZA por un instante la dulzura de este momento de desesperación. Olvida que es desagradable, y sólo siéntelo.
No me escuches, no me veas, cierra los ojos y siéntete dolorido, machacado, agotado como estás.
Porque esto es lo que eres. Un corazón destrozado, un cuerpo cansando, y una cabeza que no para de dar vueltas, estrujando las mismas ideas, y desechando todo lo demás.
Permíteme una sola pregunta: ¿qué hay más que entender?
¿qué más te puedes contar, que no te hayas contado ya?, ¿qué esperas, aunque sabes que no te va a llegar?
Y ahora, SIENTE, por dios conecta con la necesidad que tiene ahora mismo tiene u corazón de renunciar, de decir basta.
ABANDONA, deja ya la esperanza que tú mismo has inventado.
ABRE los puños y SUELTA ese deseo de que todo sea como tú habías calculado. Y descubre que, por mucho que lo sueñes y te aferres a ello, no se va a hacer realidad lo que te contaste que te daría la felicidad.
¿Sabes?, aunque lograras lo que quieres, con eso no te bastaría. No sería suficiente para ser feliz para siempre.
MÍRATE y date cuenta en lo que te has convertido. Una mente empeñada y ciega, un corazón que no puede más, y ya no sabe cómo decírtelo.
Escúchale por dios. ESCUCHA ese corazoncito tuyo porque el sí que sabe. Él no necesita eso que tú te estás contando que es imprescindible para ti. Él no está ciego, ni está herido en su orgullo, él sólo quiere dejar de estar estrujado y sentir sin juzgar. A él le da igual de dónde le llegue el aire, él no se ha empeñado en nada ni en nadie. Él es libre.
Tu corazoncito no está cosido al presente, y sabe que la vida es un montón de situaciones y sensaciones que se suceden sin parar, y sin saber dónde termina una, y empieza la siguiente.
Porque la continuidad que tu pretendes, no existe. Esa continuidad es sólo una ilusión. La vida no es constante así, a base de pegarse como un cartel a una pared. La vida son un montón de cosas que se suceden sin preocuparse cada una de ellas por su propio final. La vida, en realidad es un continuo ir y venir.
Tú eres el que necesita de finales, el que vive cada imprevisto y cada cambio como una muerte de lo anterior. Tú eres el que necesita terminar las cosas, sólo cuando has encontrado otras nuevas a las que aferrarte. Tú eres el que juzga y se castiga.
Tu corazoncito no entiende de lo perenne y de lo que tiene que ser. Tu corazoncito no teme el dolor, el avanza. Él no se quedó enganchado, porque él no se hace preguntas. Él siente, sufre y se le pasa, y no busca culpables, ni necesita causas perdidas. Eres tú el que le tiene enjaulado.
OBSÉRVATE, y despega. APUESTA por la vida que te acompaña en este mismo instante, y deja de contarte que no la quieres, porque el día que se vaya ya no la tendrás.
Para dejar de estar cansado, sólo tienes que estar como estás, y renunciar a estar mejor.
Y si tu orgullo no lo resiste, déjale en casa.
ARRÉGLATE, y saca a tu corazón de paseo. Déjale disfrutar como un niño. Respeta su ignorancia, porque él sabe lo que necesita. Siente sin hacerse preguntas, y se recupera de los engaños sin sentirse engañado.
VIVE, por dios vive,