Un Ataque de ansiedad se resuelve reconociendo la inseguridad y la exigencia de fondo.
Juanjo estudia ingeniería y está de exámenes. Se presenta a tres asignaturas y sólo le quedan dos semanas.
Cada vez está más nervioso. Hasta el punto de que se pone a estudiar y no aguanta en la silla. Está empezando a notar una presión en el pecho que le preocupa. No puede coger aire, ni llenar del todo los pulmones, y esta mañana al levantarse ha sentido que se ahogaba.
Hoy ha decidido parar, a ver si así se tranquiliza, pero ahora la sensación es de culpa. Piensa que tenía que haber empezado antes a estudiar, que perdió mucho tiempo hace un par de meses, y que tiene que hacer este último esfuerzo como sea.
Así que al día siguiente se obliga a estudiar, pero a la media hora se pone tan nervioso que le falta el aire y se axfisia. Se asusta mucho y se va de urgencias. Le dicen que tiene un ataque de ansiedad y le dan un tranquilizante.
Juanjo vuelve a casa sin saber qué hacer. Con tres exámenes por delante ahora si que se siente totalmente incapaz de afrontar esta situación.
¿Qué siente Juanjo?
- Por un lado el miedo a que le vuelva a dar otro ataque de ansiedad.
- Además se siente muy culpable de no haber estudiado antes.
- También se siente frustrado e impotente de cada a lo que le viene.
- Y por supuesto su ansiedad ha subido de nivel.
¿Qué puede hacer Juanjo?
1. Lo primero de todo, ser realista.
La situación es la que es. Con esta ansiedad es imposible que estudie a tope las dos semanas que tiene por delante. Así que a Juanjo no le queda más remedio que aceptar que la situación se le ha ido de las manos.
2. Abandonar la idea de extirpar su ansiedad.
En lugar de pelear con ella como si fuera la peste, tiene que darle las gracias a estos síntomas tan desagradables, porque gracias a ellos va a tener que reconocer lo poco viable que es su plan de estudio, entre otras cosas.
3. Replantearse lo que quiere hacer.
A Juanjo le toca calibrar cuánto estudio es capaz de asumir en realidad en las nuevas circunstancias, es decir, con su ansiedad y sus síntomas. Seguramente al renunciar a lo que se había propuesto, va a sentir rabia, culpa y vergüenza, y se va a machacar contándose: “no puedo con todo”, “soy un vago”, “no valgo para estudiar esta carrera”,…
4. Ser coherente y escucharse.
La culpa y todas las emociones que acompañen su ansiedad solo pueden manejarse poniéndose metas realistas y comprometiéndose a cumplirlas. No sirve de nada añadir a la situación un ataque de orgullo y rabia, que impida a Juanjo reconocer sus propios límites. Y tampoco le va servir quejarse y sentir pena de sí mismo, esto no son más que excusas para no afrontar su culpa.
¿Qué es lo bueno de esta ansiedad?
No todo es malo. Gracias a la ansiedad Juanjo se conoce ahora un poquito mejor.
- Se da cuenta de lo poco responsable que ha sido con sus metas anteriores.
- Descubre que la culpa de no haber estudiado antes, es mala consejera si le conduce a autoexigirse como lo ha hecho.
- Ve que el precio de no escuchar sus propios límites es demasiado alto, porque ahora la ansiedad le frena, quiera él o no.
- Puede aprender (si quiere) a ser más realista con sus planes y a la vez más responsable.