¿Cómo funcionas?
Hace ya tiempo que descubrí que siempre me sucede lo mismo cuando tengo entre manos algo nuevo.
Podría decirte que mi proceso de aprendizaje es siempre el mismo.
Te voy a hablar en concreto de lo que me sucede cuando necesito aprender a hacer algo nuevo relacionado con la web.
Y para muestra un botón. Lo último que me ha llamado la atención y he creído que ya había llegado el momento de incluir en emocioteca, son los podcasts de audio. Tengo la idea de que acompañen al post de la semana.
Esta ha sido la idea original.
¡Así que a partir de aquí comienza la aventura!
Te cuento mi proceso…
1.- Lo primero que siento son dudas.
¿Realmente servirá para algo?, ¿voy a ser capaz de hacerlo?, ¿me va a gustar?, ¿y si empiezo y luego lo dejo?, ¿me merecerá la pena el tiempo y el dinero que voy a invertir en aprender a hacerlo bien?…
2.- Luego viene la búsqueda y la elección.
Siento mucha responsabilidad. Tengo que elegir qué curso hacer, con quién, cuánto tiempo va a durar. ¿Busco un buen profesional y salgo de la gente conocida para experimentar, o no?.
3.- Y ahora llega el momento de máxima ilusión.
Tengo el curso elegido y comprado. Hay fecha de comienzo. Es el momento ideal. Pienso que va a ser algo estupendo, que me va a gustar y me va a divertir. Ahora es cuando lo veo todo de color de rosa. Realmente estoy eufórica.
4.- Empiezo el curso super motivada.
Y a los pocos días empiezan los agobios. Demasiada información. Muchas cosas que no entiendo. Mi deseo de que todo resulte sencillo se ve frustrado, y comienza mi impaciencia.
Acabo de pasar de la motivación al agobio casi sin darme cuenta.
5.- Recapacito, renuncio a mi perfeccionismo y continúo.
Esto me puede llevar días o minutos, depende. En este caso han sido horas, pero sé que tengo que estar muy atenta, porque si dejo que el agobio se apodere de mí, soy capaz hasta de dejar el curso. No sería la primera vez.
6.- Mucho más realista, continúo a mi ritmo, pero con el compromiso de no dejarlo.
A pesar de que en la próxima entrega semanal no haya visto todos los contenidos, yo estaré ahí. Ahora sé que puedo manejar la frustración que me supone no ir al ritmo que me gustaría.
7.- Ha llegado el momento de recapitular, ver qué he aprendido y probar.
De nuevo toca abandonar el perfeccionismo y pasar por la insatisfacción de que lo que haga no quede perfecto, ni mucho menos.
¡Parece que en vez de hacer un curso, me hubiera subido a la montaña rusa!!
Si te fijas he pasado de la duda a la ilusión. He bajado a la tierra y me ha tocado la frustración. Después he analizado y he renunciado a parte de las expectativas que me había creado, y al final, por fin, sin criticarme he logrado hacer mío el curso, adaptando los objetivos a mi propia manera de aprender.
Esta soy yo. La que pasa de la ilusión al drama, para terminar siempre reconociendo que yo aprendo como aprendo.
A veces me dan mucha envidia otras personas cuando veo que no dudan tanto, no pierden la ilusión del principio, se ahorran gran parte de mi frustración, y al final consiguen mejores resultados con menos desgaste.
Peeero… ¿qué sucede?
Que yo aprendo así. Como te he contado. Va en mi naturaleza, como le dijo el escorpión a la rana cuando le preguntó porque la había picado, si ahora se ahogarían los dos: ¿Qué quieres que haga si va en mi naturaleza?
¿Tú sabes cómo funcionas?
Piensa cuál es tu proceso cuando:
- Abarcas más de lo que puedes.
- Discutes con alguien.
- La otra persona no hace lo que tú esperabas.
- Esperas alguna noticia o algún resultado de algo.
- Conoces a alguien y te gusta.
- …
¿Eres consciente de todo por lo que vas pasando en estas situaciones?
- ¿Te das cuenta cómo te vas sintiendo y qué haces?
- ¿Te das cuenta de cuáles son tus ciclos?
Siempre la misma historia. ¡Nos repetimos más que el ajo!!!!!
Yo al menos sí lo hago. Y te explico por qué…
Mi cerebro, (igual que el tuyo, no te creas) es muy comodón y toma buena nota de todas las experiencias. Le sirven para que la próxima vez que me suceda lo mismo, él ya sepa cómo reaccionar. Activa la misma batería de pensamientos, y a partir de ahí, se desencadenan en mí las mismas emociones que otras veces.
Vamos, que mi cerebro se pone en piloto automático. Lo cual es muy sabio porque sino imagínate qué esfuerzo. ¡Echaría humo todos los días!!!
¿Para qué te sirve conocer cómo reaccionas en determinadas situaciones?
No es para echarte para atrás por miedo a que te suceda lo mismo o te sientas mal.
Ni es para que “te obligues” a reaccionar mejor o “portarte” mejor.
Es algo mucho más sutil…
Conocer cómo funcionas te sirve para que rompas tu automatismo y tomes decisiones sabias.
Cuanto antes te enteres de cómo funcionas mucho mejor.
Mejor podrás manejarte, menos tiempo invertirás en las etapas menos interesantes, menos te creerás tus propios dramas, y más convencido estarás de que al final tu proceso puede terminar donde tú elijas, y no donde marque el destino.
Esto se llama CONCIENCIA y MANEJO EMOCIONAL.
Ni más ni menos.
Aprender a observar tus procesos mentales, descubrir tus hábitos, reconocer tus pautas de comportamiento y las conductas que repites, te devuelve el control de tu vida.
Así que ya sabes…
1.- Comienza a observarte. Mira qué reacciones repites, cuál es tu lógica. No te compares con nadie, sólo aprende de ti.
2.- Y cuando te conozcas bien, visualiza a cámara lenta todo tu proceso mental y tus acciones, y decide dónde intervienes y dónde no.
3.- Mira qué puedes cambiar y, sobre todo, visualiza cómo quieres sentirte al final de la situación para ser lo más coherente posible contigo mismo.
¡Ya lo tienes!
Has diseccionado eso que siempre repites, así que acabas de convertirte en el amo de tu destino. ¿qué te parece?