A veces las cosas no salen como planeamos.
Esto le sucedió a Juan Miguel. Él tenía la ilusión de dejar su puesto de administrativo para irse a vivir a un pueblecito pequeño, a ser posible con mar. Su caso puede parecerte más o menos bucólico, pero no es nada altruista, porque Juan Miguel allá donde fuese tenía que ganarse la vida.
“No sabía hacer nada”, como él decía. No conocía ningún oficio, pero le gustaba tratar con la gente.
Por eso se le ocurrió montar una pizzería.
Su mujer le ayudaría en la cocina y su mejor amigo se animó a unirse con ellos. Así la inversión y los gastos serían a medias.
Eligieron el pueblo, la calle y el local, pidieron un enorme crédito y en un tiempo razonable tuvieron su negocio abierto.
Las cosas no fueron mal, pero fueron lentas. Demasiado como para hacer frente a las deudas y vivir dos familias de los beneficios de la pizzería.
Me dio mucha pena enterarme de que al año y medio tuvieron que cerrar. Aquello económicamente era inviable.
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¿Crees que Juan Miguel fracasó?
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¿Piensas que lo suyo fue un éxito?
Si te fijas, Juan Miguel tenía dos sueños.
Uno relacionado con su proyecto vital. Deseaba con todas sus fuerzas cambiar de estilo de vida, dejar las prisas de la ciudad, disfrutar más de la naturaleza y regresar cerca del mar y las montañas donde creció. También quería otra cosa para su hijo.
Y el otro sueño de Juan Miguel era el profesional. Ya no soportaba estar sentado detrás de un ordenador ocho horas diarias resolviendo papeles, sin hablar con nadie.
Juan Miguel arriesgó y esto es condición sine qua non cuando persigues un sueño.
Lo mismo no planificó bien sus sueños, no te digo que no.
No exploró suficientemente las posibilidades de su negocio. Quizás no tuvo en cuenta todos los factores, y ni que necesitarían tiempo para observar y adaptarse mejor a lo que sus clientes reclamasen.
Tampoco reparó en que su amigo compartía su sueño profesional pero no su sueño vital. Por eso en cuanto el dinero no alcanzó, quiso dejar el negocio. Para él no era más que un tema económico.
Seguro que a Juan Miguel se le escaparon muchas cosas.
Está claro que hizo más caso a sus ilusiones que a unos planes realistas, pero no por eso su historia es un fracaso.
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¿Qué hubieras hecho tú en el lugar de Juan Miguel?,
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¿Regresar a tu puesto de administrativo, intentarlo de nuevo?
Yo le hubiera aconsejado lo primero salvar su relación de pareja, porque si te fijas parte de su proyecto incluía una vida diferente para él y su familia.
Al final su mujer le reprochó muchas cosas, pero también le apoyó al principio. Así que es muy posible que, a pesar de cerrar el negocio, lo suyo pueda continuar si reflexionan juntos acerca de sus vidas y sus sueños.
Estaría bien que ambos separen su sueño personal del profesional, y a partir de ahora planifiquen los dos de forma realista y conjunta.
Seguro que si Juan Miguel y su mujer aparcan los reproches pueden analizar lo que hicieron mejor y peor para emprender nuevos planes.
Ahora ya saben mucho más que al principio. Del negocio, de los riesgos,… pero sobre todo de sí mismos.
La experiencia de Juan Miguel y su familia ha sido una estupenda lección de vida que pueden aprovechar para ser flexibles y adaptar sus sueños a su realidad: sus posibilidades y sus recursos económicos y emocionales.
A veces podemos mantener intactas partes de nuestros sueños y otras partes nos toca adaptarlas a las circunstancias.
Cuando sueñas, además de arriesgar, tienes que ir preparado con una buena dosis de tolerancia. No precipitarte, no obsesionarte.
Pero sobre todo no dejes de disfrutar mientras estás peleando por tu sueño porque en el momento que te olvides de hacerlo, el camino dejará de merecerte la pena.
Si te fijas hoy y mañana lo que tienes es eso, el camino.
Cuentas con el momento donde te encuentras, ni más ni menos.
Vive, observa, disfruta, ajusta tus planes… y CONTINÚA… .