En su día, recién terminados los estudios de psicología, tuve que decidir de qué manera iba a hacer terapia, y ahí apareció en mi vida el universo de la IE (Inteligencia Emocional).
Se me quitó el miedo aprendiendo por mi cuenta de compañeros que fueron mis maestros y así fui eligiendo de aquí y allá, pero siempre siendo fiel a los principios de esta maravillosa escuela de la IE que, en mi opnión, supera en mucho otras especialidades o métodos.
Te confieso que me siento muy orgullosa de mi elección, por eso quiero contarte cómo puedes también tú aplicar esos mismos principios en tu día a día. Pero…
¿Qué es la Inteligencia Emocional?
Fue Daniel Goleman quién popularizó este término precisamente con su best-seller: “Inteligencia Emocional”.
En definitiva, es la inteligencia que más humanos nos hace.
Ya sabes que el aprendizaje emocional sucede de forma natural alrededor de los ocho meses, cuando empezamos a dar significado emocional a la expresión facial de nuestros padres.
¿Y qué sabes acerca de las EMOCIONES?
Pues te voy a contar lo más importante en muy pocas palabras, así que presta atención:
Tu emoción te delata.
Te cuenta lo que te sucede. ¡Me encanta esta frase!
Tu cabeza puede estar hecha un lío, pero tu corazón siempre sabe lo que le sucede.
- O mejor dicho, tu corazón sabe cuándo te sucede algo y aunque también puede estar hecho un lío, él sabe lo que siente. En esto no te engaña.
- Es tan listo que se entera de todo. SIENTE y percibe cualquier cambio.
Si te fijas, a cada momento sentimos que tenemos algo que nos gusta o nos disgusta, y también sentimos que nos faltan cosas.
El corazón habla el idioma de las necesidades.
Me dice qué tengo, qué quiero, qué espero, qué me gustaría. Y se expresa todo lo claro que puede, por eso…
Las claves para ser feliz las hallarás escuchando tu corazón.
Si prefieres escucharme puedes hacerlo desde el reproductor que está justo debajo o suscribiéndote de forma gratuita a “Tú decides cómo quieres ser” a través de iTunes.
Nos enseñan a hacer caso a la cabeza. Ella parece más sensata, pero de nuestro corazoncito nadie se ocupa.
Quizás sea porque cuando nos emocionamos parece que nos descontrolamos, por eso desde pequeños nos enseñan a “controlar nuestras emociones”.
¡Como si eso se pudiera hacer!
O como si fuera sensato intentarlo…
- ¿Qué puedo hacer para sentir menos rabia cuando me hacen una faena?
- ¿Cómo puedo quitarme de encima la envidia que siento por mi hermano?
Pues ya veremos, pero de momento quédate con la idea de que no podemos dejar de sentir o sentir menos.
Lo que sí podemos es mirar a ver qué es eso que sentimos.
Poner nombre a lo que sientes es tu primera tarea si quieres ser tu propio COACH EMOCIONAL.
Además, piensa que así tu corazón se sentirá escuchado.
Identificar lo que realmente siento, hará que no me confunda y que mi conducta sea más coherente.
Reconocer mi tristeza me llevará a darme cuenta de cuánto necesito que el otro se deje ayudar y de lo débil que yo le percibo. En cambio, mi impotencia, más amiga de la rabia, me llevará a darme cuenta de lo impaciente que soy queriendo que el otro se deje ayudar.
En el primer caso puede que yo insista demasiado en ayudarle, en cambio en el segundo intentaré ayudarle dentro de unos límites sanos para él y para mi.
Ya lo ves…
Reconocer mi verdadera emoción hace que mi conducta tenga que ver mucho más con lo que mi corazón necesita.
Por eso cuanto más afine la puntería, mejor me sentiré con mis acciones.
Como lo prometido es deuda, ¡aquí las tienes! aunque ya te las he ido contando… 😉
4 CLAVES PARA CONVERTIRTE EN TU COACH EMOCIONAL