¿Quién compra este año el roscón?
Esta circunstancia tan trivial, sin embargo puso al rojo vivo algunas cosas, y me va a servir para contarte una bonita historia de aceptación…
- María dijo: “a mí me da igual, yo si queréis llevo el champán”.
- Juan: “este año el roscón le llevo yo, que sé de un sitio donde los hacen muy bien, y así cambiamos”.
- Lola pensó: “ya estamos como todos los años, con los piques por el roscón más grande y más barato”, y no dijo nada.
Pero cuando todo parecía decidido, sucedió que a cada uno de los miembros de esta familia, les dio por pensar.
- María pensó que Juan estaba queriendo decirle que el roscón que ella llevó el año anterior no era bueno. Así que ya no sintió que lo le daba tan igual, y entonces dijo a Juan algo así: “Pues el mío era muy rico y nadie se quejó”.
- Juan al escucharla también se dio por aludido, y respondió a María: “oye, que si quieres llévalo tú, que yo no quiero competir contigo”.
- Y Lola, que hasta ahora no había entrado al trapo, algo sintió al ver a sus hermanos un pelín picados, y no pudo evitar intervenir: “Ya somos mayorcitos para pelearnos por el roscón, ¿no os parece?”.
Dos días antes de Reyes, resulta que en casa de cada uno de ellos el roscón se convirtió en el tema de conversación…
“A tu hermana no se le puede llevar nunca la contraria”
“Mira que tu hermano tiene ganas de liarla, ya se podía haber callado con el dichoso roscón”
“Si esto hubiera sucedido en mi familia, ya los estarías criticando”
“Mamá parecéis niños pequeños”
“Yo no sé para que nos reunimos, si siempre estáis peleándoos”
1ª advertencia: ¡El roscón no tiene la culpa!
El pobre roscón es la excusa que utiliza esta familia para sacar a relucir sus trapos sucios.
La gran mentira que todos cuentan es que les da igual quién compre el roscón.
En este caso el roscón simboliza la manera de darse a valer en la familia, con lo que todos se miden.
¿QUÉ NECESITAS DEMOSTRAR?, ¿QUÉ TE DUELE?, ¿CON QUÉ TE MIDES TÚ?
Es el modo de que mi opinión se tenga en cuenta, de que el otro no se salga con la suya, de decir que estoy harto, y que siempre tenga que ser lo mismo, y de discutir por las mismas tonterías,
¡Qué felices serían todos en esta familia si cada uno aceptara su verdad!
A ninguno les da igual que el otro lleve el roscón, porque todos está muy pendientes, observando si los demás intentan quedar por encima con el dichoso roscón.
Esta es la realidad.
Todos necesitan sentirse protagonistas en el día de Reyes, y han encontrado la manera perfecta de conseguirlo, compitiendo por quién lleva el roscón.
- Si a María le diera realmente igual, dejaría que Juan presumiera de roscón.
- Si Juan sólo quiere cambiar y probar un roscón de otro sitio, ¿por qué no se lo dice así a María, en lugar de picarse con ella?, ¿no será que piensa que su hermana siempre tiene que ser la que dirija la orquesta?.
- Si a Lola le parece que sus hermanos se compartan como críos y no necesita competir por el roscón, ¿por qué tiene que opinar y meterse por medio?, ¿por qué no es coherente con su indiferencia, y no se queda totalmente al margen?
¿Por qué?, ¿por qué?. Porque…
Todos desean ser protagonistas, pero no lo reconocen.
- No aceptan su necesidad de protagonismo,
- y no aceptan que están hartos de ciertas conductas en los demás,
- y no aceptan que nada puede cambiar, si siguen hablando del roscón.
¿DE QUÉ CONDUCTAS ESTÁS HARTO?, ¿QUÉ NO SOPORTAS EN LOS DEMÁS?
Todos tienen expectativas sobre los otros, esperan su reconocimiento, y tampoco lo reconocen.
- Se cuentan “a mí me da igual”, cuando esperan oír: “seguro que traes un roscón magnífico”.
- Esperan que los demás les elogien cuando vean su roscón porque necesitan sentirse halagados.
Todos se ven reflejados en el dichoso roscón y esta es la manera que tienen de comprobar si los demás les respetan en sus decisiones, les quieren, les valoran, y les reconocen.
2ª advertencia: ¡El roscón no puede asumir tantas responsabilidades!
- ACEPTA cuánto te importa lo que dices que te da igual.
- ACEPTA lo que realmente esperas de lo demás y pídelo por las claras, sin roscones de por medio.
Se realista con tu necesidad de ser reconocido y querido, y pide cariño sin esconderte detrás del roscón.
Y ahora sí, compra el roscón, pero no te engañes, él sólo es un roscón, ese es su papel.