* Cuando alguien te saca de quicio te está haciendo un gran favor, porque te está mostrando algo tuyo que no eres capaz de ver.
* Y tampoco te equivoques, al sacar de quicio a alguien le estás haciendo un regalo.
Un buen ejemplo de ello:
- No es sincera con los chicos,
- Los utiliza
- Los manipula
- Les dice lo que quieren oír.
Qué mala parece Esther, ¿verdad?
Pero al margen de lo que Esther haga con los chicos…
¿Por qué le importa tanto a María?
Hasta el punto de decir: ¡Me saca de quicio!, ¡Tengo que advertirles!.
Primero vamos con Esther:
Puede que María haya visto más de una vez cómo un amigo se ha dejado seducir por la labia de Esther.
¿Esto significa que el amigo no ha podido hacer nada?, ¿Qué no le quedaba más alternativa que sucumbir a las palabras de Esther?
¿Tan desvalido ha podido estar el amigo ante Esther?
El sentido común nos dice que no. Parece que todo sucediera sin la intervención del amigo. Que no tiene nada que hacer, no existe, no piensa, no sabe reaccionar, es una marioneta,…
¡Venga ya!
Todos sabemos que estas afirmaciones no son 100% verdad. El amigo no es totalmente ajeno a lo que le sucede, mucha o poca, sin duda algo de parte tiene en la situación. Cuando Esther se deshace en halagos, de algún modo el amigo se deja halagar, y no está hipnotizado e indefenso ante los encantos de Esther. Seguro que no ha perdido todo resquicio de voluntad.
Esto no es así.
Ahora vamos con María:
Aunque en el fondo sabe que su amigo se deja llevar, y fijo que tiene sus propios motivos para hacerlo, María no puede evitar que la lleven los demonios.
¿Envidia por el éxito de su amiga?, ¿Celosa aunque a ella no le guste el chico en cuestión?
Te lo cuento…
Como lo oyes…
- Puede que se sienta culpable porque en alguna ocasión sedujo a un chico, pensó que le engañaba y ahora no se lo perdona.
- Puede que viera cómo su madre engañaba con la palabra a su padre.
- O puede que tuviera alguna profesora o profesor que consiguiera las cosas utilizando halagos con sus alumnos, y de ahí concluyó que su cariño no era sincero.
- Puede, puede…
En definitiva, en algún momento de su vida María se ha contado que eso de convencer con la palabra es sinónimo de engaño (creencia) y por eso ella no se permite hacerlo.
Pero que María se prohíba utilizar la palabra para seducir y convencer, no significa para nada que no desee hacerlo, y sobre todo, que no lo desee hacer ahora.
Seguramente piensa: “si yo quisiera, también sabría qué decirle para conquistarle, pero está mal conquistar así a un chico”
¡Ya lo tenemos!
Este es el verdadero problema de María:
* Se muere de ganas y quiere seducir con la palabra como su amiga Esther, pero no lo hace, se lo prohíbe y también quiere prohibírselo a ella.
* María proyecta en su amiga su deseo oculto, eso que se reprime, y por eso su amiga le saca de quicio.
“¿Por qué ella sí y yo no?, ¡Qué se fastidie como yo!”
- Los rasgos que no nos gustan y nos prohibimos, NO DESAPARECEN de nosotros, siguen formando parte de nuestras personalidad (el orgullo, la mentira…).
- En el momento que LOS OCULTAMOS (sombra), nos creemos que no están, pero en realidad siguen ahí, lo que sucede es que no nos los permitimos.
- Por eso no los vemos en nosotros, y cuando los vemos en los demás, NO LOS SOPORTAMOS. Porque no es justo que ellos puedan permitírselos y nosotros no.
¿Qué puede hacer María para que su amiga Esther la deje de sacar de quicio?
- Reconocer lo que proyecta en ella.
- Darse cuenta por qué se lo prohíbe.
- Permitirse eso que se prohíbe.
- Y si se trata de algo que no le gusta en ella y quiere cambiar, empezar por aceptar que forma parte de ella.
- Comprometerse a cambiarlo para no volverlo a esconderlo en su parte prohibida, su sombra, y así dejar de fijarse en los demás.
¿Hay algo que te saca de quicio en otra persona?
Pues ya sabes lo que puedes hacer…
No me interesa enamorarme. Solo quiero permitirme ser sincera con fulana que se permite hablarme con ironía y burla porque se lo dejo pasar considerando que soy más educada manteniendo silencio.