Las PASTIILAS no son la solución
Mónica lleva más de diez años tomando pastillas para la depresión.
Siempre le costó enfrentarse a los problemas (tendencia natural o forma de ser) y cuando su marido perdió el trabajo y empezó a trabajar en un bar, ella se encontró en casa sola muchas horas y los fines de semana sin saber qué hacer mientras que él trabajaba.
Comenzó teniendo mucha ansiedad, ganas de llorar y pensamientos repetitivos acerca de la muerte y de lo absurdo de su vida. Fue un sock para ella el no poder contar con su marido los fines de semana, unido a la nueva situación económica.
Mónica y su marido se asustaron y fueron al médico.
Después de un par de visitas con el psicólogo de la seguridad social, vio que no resolvía nada y empezó a tomar las pastillas que el psiquiatra le mandó y dejó el psicólogo.
Saber los motivos de su miedo y su ansiedad no le sirvieron de nada y sólo se tranquilizó cuando las pastillas empezaron a hacerle efecto.
Ha intentado varias veces bajar la dosis, pero se siente incapaz porque en cuanto comienza a sentirse más inquieta y a pensar cosas “raras” como ella dice, de nuevo se asusta.
Cada vez está más convencida que no puede hacer otra cosa que seguir con sus pastillas y rehúye cualquier situación de la vida que la intranquilice.
Vivimos en la era de las tres A´s: los Antidepresivos, Ansiolíticos y Antipsicóticos.
Algunos expertos consideran que la medicación puede ser un 20% del tratamiento, pero luego los buenos hábitos, el deporte, la alimentación, y en general una vida saludable, y por supuesto LA TERAPIA, todo esto constituye el otro 80% del tratamiento de los trastornos psicológicos y psiquiátricos. Así que…