No nos sirve de nada tener un coeficiente de inteligencia elevado, si luego no sabemos resolver los problemas cotidianos de convivencia.
Vivimos en la era de la torpeza emocional. Ya lo decía Daniel Goleman Inteligencia Emocional, su famoso best-seller.
Existen distintos tipos de inteligencia, entre ellos la emocional, que nos capacita para comprender nuestros sentimientos y los de los demás. El aprendizaje emocional sucede de forma natural alrededor de los ocho meses. A esta edad los niños ya comienzan a dar significado emocional a la expresión facial de sus padres, y a partir de ahí continúan aprendiendo. Las investigaciones científicas de los 90 sobre la emoción, y el avance de la tecnología, han demostrado que los circuitos cerebrales que se establecen cuando somos niños en el ámbito familiar y escolar, tienen mucho que ver en nuestro carácter. Queda claro que el ambiente es tan importante como la genética a la hora de construirnos como personas. Entonces, ¿cómo podemos crear hábitos emocionales saludables para aprender a relacionarnos mejor y ser más felices?
La respuesta está en promover y apoyar la Educación Emocional durante la infancia y la adolescencia.

El problema es que este tipo de enseñanza hoy en día no se realiza de forma consciente y explícita ni en los centros educativos ni en las familias. Al referirse a la escolarización de las emociones, Goleman asegura que los programas de alfabetización emocional mejoran el rendimiento académico y el comportamiento de los alumnos. Actualmente en España, igual que en Estados Unidos y el resto de Europa, son muchas las investigaciones en educación social y emocional. Los docentes, como testigos de la falta de motivación de los alumnos, y de su propia frustración, desean cambiar la escuela para dar respuesta a las necesidades de todos los que forman parte del sistema educativo. La mejor manera de lograrlo sería incluir en el currículo escolar aspectos emocionales y sociales. Pero aunque se han llevado acabo algunas experiencias, es evidente que la educación emocional no ha calado en nuestro sistema educativo.
La colección «Emociónate«, es mi granito de arena para promover la educación emocional en los centros, y favorecer así su desarrollo como organizaciones emocionalmente inteligentes.
Mi interés se centra en diseñar y participar en proyectos que abarquen la formación integral de todos los miembros de la comunidad educativa (dirección, docentes, alumnos, familias), incluyendo además una investigación científica rigurosa. En esta línea, la colección sirvió de punto de partida hace unos años para desarrollar un programa de Educación Emocional en centros educativos de la Comunidad Valenciana, Programa IRAMEC.
Si tu ámbito profesional es el mundo de la enseñanza y quieres saber cómo se puede aplicar Educación Emocional en tu centro educativo, consúltame aquí para recibir más información, o plantearme tu propia propuesta.