Puede que hayamos oído hablar de mejorar nuestra conducta, incluso de aprender a sentirnos bien, o controlar nuestras emociones, pero en cuanto al pensamiento parece que es algo que damos por hecho, pensamos porque tenemos inteligencia, sin embargo, saber qué pensamos en cada momento ya es otra cosa.
El día más feliz de tu vida cuando apruebas una oposición o eres padre o madre entonces sí sabes decir que piensas: “lo conseguí”, “por fin mis sueños se han hecho realidad”, “ha merecido la pena”, “esto es lo más maravilloso que me ha pasado”, “hoy todo el mundo me parece estupendo y todas las cosas son posibles”, “ya no tengo miedo”.
O el día más terrible de tu vida porque has perdido a un ser muy querido o te han diagnosticado una enfermedad grave, entonces te das cuenta de que piensas cosas como: “no me lo puedo creer”, “esto no es justo”, “nunca voy a poder asimilarlo”, “la vida es muy dura”, “no voy a poder aguantar este dolor”,…
En estas ocasiones recordamos y somos conscientes de lo que tenemos en la cabeza por el gran impacto de lo que sentimos, pero la mayor parte del tiempo se nos pasa por alto, incluso cuando estamos preocupados, disgustados o deprimidos.
Para detectar lo que piensas hazte estas preguntas:
* ¿Qué me estoy contando en este momento?
* ¿Qué ideas tengo en la cabeza?
* ¿Qué se me está pasando ahora mismo por la cabeza?
Al principio seguramente te saldrá lo que sientes más que lo que piensas. Por ejemplo: ”Estoy bien, estoy nervioso, estoy preocupado”.
Estos son tus estados de ánimos, tus sensaciones emocionales, que seguramente estarán acompañadas de sensaciones físicas y fisiológicas, pero si insistes verás que también en estos momentos tienes cosas en tu cabeza en forma de mensajes que no paras de repetirte.
Por ejemplo: “Tendría que haber terminado ya esto o lo otro”, “me gustaría irme”, “me da miedo…”, “no quiero…”, “ojalá ya hubiera…”
Todo esto que te cuentas interiormente son tus pensamientos.
Y ya sabes que tu cabeza no para ni un segundo, así que en todo momento hay en ella algún pensamiento más o menos consciente, que está ahí.
¿Y por qué es importante aprender a detectar lo que piensas?
¿Para qué te sirve hacer esto?
Muy sencillo, porque en cada situación tu manera de responder a lo que te sucede depende precisamente de estos pensamientos, más que de cualquier otra cosa.
Un ejemplo muy tonto…
Así que fíjate qué importante es saber lo que piensas cuando algo te sucede, porque precisamente este es el momento de “atrapar” tus pensamientos.
Digamos que salen cuando ven el sol como los caracoles, y entonces es el momento de descubrir si tienen los cuernos largos o cortos. Traducido a pensamientos es el momento de ver si son sensatos y racionales, o por el contrario son tremendos y nada sanos.
Pensar que el empleado del centro comercial era un mamarracho de poco me hubiera servido, pensar que me estaba haciendo daño tampoco hubiera sido muy útil, pensar que tenía razón y que yo había cometido una falta muy grave, pues en realidad hubiera sido otra memez, así que al menos por esta vez lo que pensé fue bastante sabio porque me permitió reaccionar con baja intensidad emocional y una conducta neutra.
Creo que para la ocasión fue lo más eficaz y por tanto lo más inteligente emocionalmente hablando, sin consecuencias ni para él ni para mí.
Otra tarea es descubrir por qué piensas de una forma y no de otra y por supuesto nos queda la tarea de aprender a mejorar esa forma de pensar si queremos que nuestras reacciones sean más saludables para los demás y para que no nos dejen a nosotros con mal sabor de boca.