Podemos hablar de un examen, una oposición, de buscar empleo, de emprender un negocio, o de cualquier otra cosa que te hayas propuesto hacer con toda tu ilusión, pero que va pasando el tiempo, y resulta que nunca la haces.
Solo hay una condición para que tenga sentido lo que te voy a contar, y es que lo que quieras conseguir sea de verdad lo que quieres hacer, lo que te motiva, lo que deseas, lo que te ilusiona.
Radiografía del miedo al fracaso
Lo que te cuenta tu cabeza:
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1.- Si me esfuerzo y no lo consigo, entonces es que SOY TONTO y NO VALGO.
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2.- Si no me esfuerzo y no lo consigo, entonces es lo que tenía que pasar, me libro de ser tonto y ya no puedo decir que no valgo.
Qué sencillo!!
Aunque no lo consigo en ningún caso, sin embargo el no esforzarme tiene una gran ventaja, que no tengo motivos para contarme que no valgo, por lo tanto es mucho mejor no esforzarme que esforzarme.
Esto es lo que pensamos cuando nos mueve el miedo.
Cualquier cosa con tal de huir de esa sensación tan desagradable de no valer.
Pero, un momento, ¿no se trata de conseguir lo que quiero?
Ah, claro!:
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3.- Si me esfuerzo y lo consigo, entonces es que soy maravilloso y valgo un montón.
Ya, pero no estoy dispuesto a correr el riesgo de esforzarme y no conseguirlo, así que esto de conseguirlo es una opción que descarto, no vaya a ser que luego me equivoque.
Conclusión:
Prefiero no esforzarme y renunciar a conseguir lo que quiero, que arriesgar a esforzarme y no conseguirlo.
¿Te das cuenta cómo te boicoteas?
Pues este es tu proceso mental inconsciente cuando tienes miedo al fracaso. Estos son los razonamientos que se nos pasan por nuestra mente y este es resultado: decidimos no hacer nada para conseguir lo que queremos.
Renunciamos pero lo disimulamos, ponemos excusas, retrasamos las decisiones, nos hacemos las víctimas, etc…
Todo vale con tal de no arriesgarnos y no reconocerlo, recuerda.
Pero ahora que sabes cómo funciona el miedo al fracaso, está en tu mano darle la vuelta a la tortilla.
¿Cómo?
Ten el coraje de esforzarte y arriesgarte a no conseguir lo quieres.
¿Qué te parece?
Si lo intentas y no lo consigues, tu orgullo y tu ego a lo mejor salen chamuscados, pero tú aguanta el tirón, y cuando se le pase la vergüenza (a tu ego), te quedará una sensación nueva, la de:
Valgo lo mismo aunque no lo haya conseguido porque me valoro por tener el coraje de haberlo intentado.
Al principio esta manera de pensar quizás te sepa a poco, pero un buen día descubrirás que consigas o no lo que intentas, lo importante es lo que te cuentas en cualquiera de los casos.
Me explico:
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No es cierto que no valgas cuando no consigues lo que quieres,
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Tampoco es cierto que eres maravilloso cuando lo consigues.
Compruébalo. Para creértelo, tienes que comprobarlo, lo siento, esto no es un acto de fe, es toda una experiencia.
Por cierto, no vale el cuento de que lo intentaré y me esforzaré cuando me sienta más seguro o tenga más confianza en mí. Si piensas así lo que sucederá es que nunca intentarás nada porque la confianza no te va a caer del cielo.
La confianza y la seguridad en ti que necesitas para arriesgarte y esforzarte en conseguir lo que quieres, te vendrá cuando lo intentes y no al revés.
Así que esta excusa tampoco te vale, lo siento de nuevo.