No creemos en nada de lo que creíamos. La realidad es tan dura que parece que sólo nos queda normalizarla para poder soportarla. Más allá de ideologías y criterios, lo que rige el mundo, ya ni siquiera es el miedo a los “malos”. Ahora es el dinero.
Como decía Quevedo: “Poderoso caballero es don dinero”
¡Buenísimo!!
El dinero y el poder que trae consigo, eso es lo que adoramos.
Aunque no significa que mucha parte de la humanidad no se rija por valores, que conste. La honestidad, la humildad, etc… están aquí entre nosotros, pero por algún motivo no son suficiente.
Aquí estoy segura de que la sociología tiene mucho que decir. Mi opinión…
Cuando las personas caemos en el desencanto, olvidamos nuestros valores.
Nos atrapa el síndrome de la indefensión: ¿Para qué voy a intentar hacer nada si es imposible cambiar las cosas?
Este “tirar la toalla” porque no merece la pena, esta desilusión nos deja observando lo que sucede con mirada atónita… paralizados ante la dura realidad.
- Es momento de no perderse en el desconcierto y la queja, y volver la mirada hacia cada uno de nosotros.
- Es momento de agrandar nuestra conciencia.
Pregúntate:
¿Cómo puedo yo llenar mi vida de valores y transmitirlos a los que me rodean?
Este es buen propósito, aunque sólo sea porque de lo contrario, mira lo que sucede.
Personas desencantadas que escuchan en palabras de otro lo que sus instintos más primitivos les dicen: “¡lo mío que no me lo quite nadie!», “cada uno que se busque la vida”, “tenemos que volver a ser lo grandes que fuimos como nación y como pueblo” (Donald Trump).
Vacíos como estamos, sin credos y sin rumbo propio… escuchamos al primero que llega poniendo en palabras la mediocridad más honda que pueda haber en nuestras entrañas.
Y no sólo le vamos a escuchar, también le vamos a seguir, porque necesitamos que alguien de ahí fuera nos guíe y así nos ahorre afrontar el malestar que nos provoca “saber y ver” lo que sucede.
Con esta tranquilidad abandonamos cualquier intento de empatía o de altruismo. «Ese sin escrúpulos» nos ha resuelto la papeleta, con seguirle ya nos vale. Ya sabes, la responsabilidad individual se diluye en la masa y lo patológico se normaliza.
Pero volvamos a Quevedo por favor:
“Madre, yo al oro me humillo,
Él es mi amante y mi amado,
Pues de puro enamorado
Anda continuo amarillo.”
Ay!! Si levantara la cabeza y viera la que han preparado los chinos…
Seguro que ya lo sabes, arrancó el «Día del Soltero» en China, esperando que la población desplegara su vena más consumista. El padre de la criatura, la empresa Alibaba, esperaba que se batiera el récord mundial de más compras online en un sólo día. No quiero saber el resultado, pero me lo imagino, ¡éxito rotundo!.
San Valentín, el Black Friday, el Cyber Monday o el Día Sin IVA de Media Markt se han quedado pequeños ante el gran gigante y sus ideas.
Y ya no te digo en las fechas que estamos. Me temo que nos espera un poco más de consumismo.
¡Eihhhhhhh!!!!
Se terminó la queja, ¡volvamos a lo nuestro!.
Volvamos a nuestra vida, a nuestro pequeño mundo, porque es donde únicamente podemos hacer algo.
- Y hagamos… hagamos cada uno lo que nuestra conciencia nos diga. Lo que podamos, lo que nos salga.
- No olvidemos lo que nos mueve. Lo que también mueve al mundo. El amor y la solidaridad.
- Despertemos de este sueño comodón, porque adormecidos hemos terminado creyendo que necesitamos de alguien que nos diga cómo pensar.
Y NO, cada uno de nosotros llevamos dentro el significado verdadero de las cosas.
Sabemos más de nosotros que nadie. Y con esto nos vale para guiar nuestra propia vida, de la que sí tenemos que hacernos cargo.