Lo reconozco, a veces necesito compararme.
Sandra dice:
¿Se compara Sandra con su amiga?
Ángel me cuenta:
¿Crees que se compara Ángel?
Y digo yo:
¿No va a haber espacio en este mundo para Sandra y su amiga?. ¿O para Ángel y todos los chicos atractivos que se vaya encontrando?. ¡Claro que sí!, pero esta no es la cuestión.
Ellos, igual que tú y que yo, aunque digan que no, necesitan compararse y se comparan.
No ven la cantidad de espacio que hay para todos.
Otra cosa es que tú te empeñes en mirarlos a ellos y utilizarlos de referente para medirte.
¿Tan poco vales que necesitas estar sacando todo el tiempo la balanza para ver si das la talla?
“Este año hasta el chino de la tienda de al lado se ha cogido un mes de vacaciones”. Aquí lo tienes… yo también necesito compararme 😉
Parece que:
- El otro está ahí para que yo me compare.
- Se pone delante de mis narices para que yo le vea y le envidie.
- Para que desee lo que él es y lo que tiene, sin ver que en realidad puedo utilizarlo para que yo me esfuerce y sea mejor.
¿Tú qué crees?
¿No será que tú le pones delante de ti porque es más fácil fijarte en él que en ti?
Por favor, gira 180º, date la vuelta y mírate. Deja de fijarte en el otro y mírate a ti.
¿Qué ves?
“Soy….., y…, y…..”. Ya, pero esto no es lo relevante.
La cuestión no está en lo que eres o no eres, está en cuánto rechazas eso que eres.
- Si te pelas con lo que eres, necesitarás compararte.
- Si no valoras lo que tienes, necesitarás compararte.
- Y si quieres más, ¿por qué no haces algo para conseguirlo?
- Y si no te gustas, ¿por qué no haces algo para aceptarte y mejorar?
No es porque no te dé la gana, lo sé, es porque no me crees.
Sigues aferrado a ser mejor y tener más, y mientras siguas ahí todo te parecerá poco.
Querrás cambiarte para sentirte satisfecho contigo sin conseguir aceptarte.
Y seguramente no conseguirás ni lo uno ni lo otro.
No hasta que tu ego no te deje en paz y de verdad reconozcas quién eres.
Pero dime…
-
¿Le harías esto a un ser querido?
-
¿Le pedirías que fuera mejor para seguir queriéndole?
-
¿Harías esto con alguien que aprecias?
Entonces, ¿cómo es que te pasas la vida haciendo esto contigo?
Ya sabes la respuesta: “No te quieres un pimiento”. Pero escucha:
Para quererte más no tienes que hacer nada.
¿Necesitas hacer algo para querer a tu padre, a tu madre o a tu hijo?, ¿necesitas esforzarte?.
No, porque ellos te importan. Son los tuyos y te importan de forma natural, sin pensarlo, sin proponértelo.
¿Y no es igual de natural que te importes tú?.
Entonces, ¿por qué necesitas comparte?. Lo siento, has caído en la misma trampa que hemos caído todos. Nos enseñan a compararnos. Desde el maestro de la guardería hasta el jefe o en cualquier anuncio de la tele. A todos les viene bien que nos comparemos, así que eso es lo que hemos aprendido.
Desaprende. Mírate con la ternura que mirarías a alguien que te importa.
Deja de contarte que no te gustas y que no te valoras. Deja de contarte los mismos cuentos de siempre y MÍRATE.
¿Ya?. Pues con eso que ves, es con lo que cuentas. Ni más ni menos. Te guste o no, es por donde puedes empezar porque no hay más.
¿Te parece suficiente?
Pues tú verás, si hay algo que deseas mejorar para sentirte mejor, y no para dar la talla…
¡Adelante!, ponte a ello y el tiempo dirá si realmente quieres y puedes cambiarlo.
Ya lo sabes, cada vez que notes que te comparas, gira 180º y MÍRATE
Mírate porque lo que está en tu mano lo tienes delante. Con lo que cuentas está ahí mismo, bien cerquita. Eres tú.