Sentirse bien con uno mismo sin más, de eso se trata.
Después de semanas tendiendo la ropa con cuidado de que no roce ni con el poyete ni con la ventana de la cocina, esta mañana he tenido un momento de lucidez de esos que nos ponen a todos en nuestro sitio en un pispás.
Ha sido duro, pero ha merecido la pena.
Te lo cuento…
Hoy estaba dispuesta a tender de nuevo haciendo malabares, cuando se me ha ocurrido una pregunta muy sencilla:
– Si me siento tan mal cada vez que voy a tender… ¿por qué no limpio la dichosa ventana?
– ¿Qué me cuento para no hacerlo?
- Que tengo cosas más importantes que hacer.
- Que no me apetece.
- Que puedo seguir así.
- …
Una excusa tras otra, y una y otra vez tendiendo la ropa y sintiendo un malestar interior muy sutil, pero imposible de ignorar.
Porque otra cosa sería que no me sintiera mal a pesar de que la ventana esté sucia. En ese caso no hay nada de que hablar. Si no hay malestar, no hay problema.
Pero el malestar está ahí, y la sensación de no hacerle caso también.
Y por lo que sea, esta mañana me ha dado por pensar en esto…
– ¿Por qué no hago nada para sentirme mejor con una cosa tan sencilla como limpiar la ventana?
Porque no encuentro un motivo importante, y parece que hacerlo simplemente para sentirme mejor no es suficiente.
– ¿Por qué la limpié la última vez?
Porque venían de visita mis hermanas y no podía consentir que vieran la ventana tan sucia!!!
Sí, ese fue un motivo estupendo, pero el que tengo ahora no lo es.
Ahora sólo la limpiaría para dejar de sentirme mal cada vez que la veo. Y tengo que admitir que este motivo no me convence.
Es duro reconocer que:
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Cuando el motivo para hacer algo es exclusivamente sentirme bien conmigo, sin que nadie lo vea, ni a nadie le sirva, resulta que no es motivo suficiente y no lo hago.
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Valoro tan poco mi propio bienestar, que no hago nada por sencillo que sea para dejar de sentirme mal.
¡Y luego digo que me valoro y que me quiero!
- ¿Cuántas cosas se me pasan ahora por la cabeza que no hago a pesar de que me gustaría hacerlas?
- ¿A cuántas renuncio porque sólo serían para mí?
- ¿Cuánto hago para agradar a los demás o porque sé que van a pensar maravillas de mí?
A veces cuesta ver lo grande que es nuestra necesidad de aprobación y lo poco que nos encargamos de nuestro propio bienestar.
Por fin he limpiado la ventana y te confieso que… ¡ha sido estupenda la sensación de hacerlo por mí!!
Y tú, ¿tienes una ventana por limpiar o cualquier otra cosa pendiente que puedas hacer por ti?
Que interesante Mercedes! Hasta en los más pequeños detalles,podemos ver lo que realmente miramos por nosotros,una señal para darnos cuenta de que seguimos necesitando mimarnos tanto como lo hacemos con los demás.
Excelente articulo
Hola Esteher!
Gracias por tu opinión y tu cariño.
Es que son justo las cosas pequeñas las que nos dejan pensando «pero que poquito me quiero», y ya no te digo cuando nos fijamos en lo que hacemos por los demás en vez de hacerlo por nosotros. Pero como tú dices, lo bueno es darnos cuenta y tomar buena nota de ello!
¡Un abrazo!
Hola, me he quedao flipamdo. Creo que tienes ARTE así en mayúsculas, por la capacidad de desgranar una situación a simple vista tan simple pero a la vez tan compleja y explicarla de una forma sencilla, amena,simpatica, y al alcance de cualquier intelecto. Realmen te me ha encantado.
Me quito el sombrero.
Hola Mari Carmen!
Gracias por tu comentario tan cariñoso, me alegro de que te haya gustado.
La vida es así, está llena de cosas sencillas que nos descubren lo que realmente nos mueve por dentro, y muchas veces parece que sentirnos a gusto sin más es poca cosa, cuando en realidad es lo más importante.
Nos volvemos a ver cuando quieras, ya sabes…
Un abrazo!