Las relaciones al estilo de siempre nunca fueron sencillas, pero al menos contenían algunos ingredientes imprescindibles, aunque no suficientes.
Las relaciones al estilo de ahora con las redes sociales tampoco son nada fáciles, pero además se han quedado sin esos ingredientes imprescindibles.
Una paella puede ser de muchas formas, pero dejaría de ser paella si no fuera amarilla. Lo principal por supuesto no es el color, es el arroz, pero sin el color ya no lo llamaríamos paella.
Lo mismo le sucede al inicio de una relación sin preámbulos, sin tiempo para tantearse, sin el riesgo de no acertar, sin su “ya veremos”.
Todo contacto que comience sin estos ingredientes es imposible que termine en una relación.
Será cualquier otra cosa, será un “distraerme”, un “busco sexo rápido”, un “alimento mi ego”, un “mato el miedo a quedarme solo/a”, y sobre todo será un “siento que estoy en el mercado”.
Tiene pinta de que las redes sociales sólo han venido a hacernos falsas ilusiones porque nos prometen más “posibilidades”. Más contactos en menos tiempo, menos tiempo de selección, menos riesgo a ser rechazados…
Y con esto nuestra cabeza construye una idea tranquilizadora: “ESTOY HACIENDO ALGO”.
No me he quedado ahí parado/a sin tener con quien compartir la vida. No he descartado definitivamente la posibilidad de tener pareja.
Así que la mayoría de las veces utilizo las redes sociales para ahorrarme “los esfuerzos” necesarios para encontrar pareja. Sin preámbulos, sin tiempo. Sin un tú a tú.
Pero en realidad…
Cuando acudo a las redes, ¿en serio quiero pareja?
No, sólo quiero matar sensaciones.
Quiero hacer un arroz que no sea amarillo y llamarlo paella.
- Quiero matar la sensación de estar solo/a,
- El temor de que nadie se fije en mí,
- El de fijarme en alguien y que no me corresponda…
La solución no está en apuntarme a esta red o esta otra, en borrarme o no, ni siquiera en utilizarlas mejor o peor, porque el problema no está en las viejas o las nuevas formas de construir las relaciones, si no en los motivos que se agitan dentro de mí cuando pienso en tener pareja.
El problema está en creer que mi insatisfacción con la vida que tengo y con el futuro que adivino para mí, se resuelve con una pareja.
Encuentro en la pareja la solución porque la ausencia de ella hace más vívido este no saber qué hacer con mi vida. Lo convierte en una bofetada.
Así que, traslademos el problema a su lugar originario: “MI NO SABER CÓMO TENER UNA VIDA PLENA” y dejémonos de creer que las redes sociales han venido a cambiar las cosas.
Su misión no es esa, ni aun cuando nos las vendan como nuevas maneras de encontrar una relación, porque ya sabemos que no aportan los ingredientes imprescindibles.
Cada cosa en su sitio, las redes sociales pueden estar muy bien para conocer gente y experimentar, lo inquietante está en el uso que hacemos de ellas, no en su naturaleza.
Así que no las utilicemos para matar sensaciones y…
Tengamos el coraje de plantearnos con honestidad para qué queremos pareja.
Que la respuesta a esta pregunta sea lo que riga nuestra actitud y nuestra conducta.