Vivir con una sospecha resulta desasosegante, y sin embargo la mayoría de las veces nos cuesta tiempo y esfuerzo intentar aclarar lo que sospechamos.
- Isabel sospecha que su novio sigue buscando la mujer de su vida, aunque esté con ella.
- Jesús sospecha que su mujer le dejaría si no fuera porque sus hijos son aún pequeños.
- Gloria sospecha que su pareja está con ella porque necesita olvidar su relación anterior.
- Mariano sospecha que Beatriz se quedó con él porque su amigo le dio calabazas.
- Sospecho que el chico que me gusta tiene muchas chicas interesadas en él y con todas es tan amable como conmigo.
Existen sospechas grandes y sospechas pequeñas.
Sospechas sencillas de comprobar y otras complicadas de aclarar.
Sospechas inofensivas que no te quitan tranquilidad y sospechas que no te dejan vivir.
Hay sospechas lógicas y sospechas que no se sostienen.
Muchas veces preferimos seguir sospechando antes de comprobar nuestra sospecha.
Mantener una sospecha sin comprobarla es una manera de engañarnos.
Pero preferimos esto a convertir nuestra sospecha en certeza, porque entonces se nos acaban los “quizás es que…”.
El engaño está en creernos que nos vamos a sentir peor si nuestras sospechas se confirman que si continuamos sin saber, porque se nos pasa por alto el coste emocional que supone este “estar sin saber”.
¿Qué hacemos con lo que sospechamos?
- Ahora pienso que el chico que me gusta es amable conmigo porque le gusto y llego a la conclusión de que con esto me basta. Entonces me siento bien y me quedo tranquila.
- Lo malo es que dentro de un rato me viene la duda, y entonces pienso que el que sea amable no significa que le guste.
¿Ves lo que sucede con la sospecha?
2.- Cuanto más tiempo pasa, más miedo me da comprobar mi sospecha porque creo que más dura será la caída.
3.- Con el miedo más miedo, más inseguridad, más dolor emocional. Y lo peor de todo: más dudar de lo que pienso. ¿no me estaré volviendo demasiado loc@ con esto?
Puede ser, pero no te olvides que tu cabeza no va a descansar hasta que no compruebes lo que sospechas.
Ella es así, necesita respuestas, no quiere cabos sueltos y no va a parar hasta tener todo claro, o peor aún, hasta conseguir inventarse una mentira que sustituya la verdad que no eres capaz de digerir.
Pero… ¿qué tiene de atractivo la sospecha?
Que te permite seguir en el mundo de yupi. Un lugar donde no tienes que tomar ninguna decisión.
Detrás de tu sospecha está tu miedo a decidir.
Volvamos con Jesús… si preguntase a su mujer si realmente está con él porque sus hijos son pequeños para dejarle, Jesús se vería en una encrucijada.
¿Qué hacer?, ¿seguir como si nada?, ¿separarse?,…
Es muy probable que Jesús piense que lo mejor es no mover ficha, dejar las cosas como están.
Inconsciente del resentimiento que va creciendo en él, puede taparse los ojos ante la indiferencia de su mujer, pero esto no le va a evitar su malestar y su zozobra.
¿Le merece la pena a Jesús aclarar su sospecha?
Depende. Si está dispuesto a asumir la realidad de su relación, sí le merece la pena. Si no está dispuesto, entonces tiene que decidir si continúa o no ignorando lo que sospecha.
volver a ignorarlo. No hay posible retroceso.
2.- Una sospecha que deja de ser sospecha, deja de minar tu seguridad y de encogerte, aunque la verdad te duela.
3.- Una sospecha perpetua te va dejando cada vez más cojo emocionalmente y más incapaz de afrontar tu responsabilidad de ser coherente.
Tú decides qué hacer con tu sospecha, pero no olvides que no hacer nada, también es una decisión.