3 lecciones estupendísimas para superar el miedo al RECHAZO
Detrás de cualquier fobia social, cualquier timidez u otro problemilla que tenga que ver con la ausencia de habilidades sociales para relacionarte con los demás, hay un miedo que suele disfrazarse de miles de cosas, pero que al final siempre puedes detectar y quitarle la careta.
Es el miedo al rechazo.
¿Qué te recomiendo si tienes miedo al rechazo?
¡Que te expongas a que te rechacen!!!!!
Sólo así se supera este miedo, te lo aseguro.
Porque mientras tanto, te cuento lo que sucede. Lo conozco bien porque era mi caso.
Cuando pienso en mi timidez, no puedo evitarlo, me vienen a la cabeza las monjas del colegio. Aunque la principal “causante” de mi miedo a exponerme en realidad era una profesora que no llevaba hábitos.
Nunca olvidaré la frase lapidaria que me lanzó en una ocasión en medio la clase. Se me quedó grabada hasta el punto de que hoy sigo recordándola tal cual, junto con su cara, su gesto, mi pupitre, y sobre todo mi sensación de “tierra trágame”. La famosa frase fue esta:
“Tú con esa carita de buena parece que no has roto un plato, pero luego eres de las que tira la piedra y esconde la mano”.
El problema de esta mujer era que por más que me provocase, nunca conseguía sacarme una palabra ni un mal gesto. Yo era tan tímida, que no entraba en mis posibilidades hacer nada de esto. Me quedaba paralizada y rígida ante sus provocaciones, y así conseguía justo lo contrario de lo que pretendía.
¡Un horror!!!
Jajajaja, bueno ya tenemos “culpable”.
Quiero decir que siempre hay un detonante que hace que tú y yo elijamos en un momento dado de la vida una actitud inconsciente para enfrentarnos al mundo.
La mía fue el silencio. Callarme y mostrarme tímida en esos momentos era mi mejor y único recurso. Así que lo utilicé durante el resto de mi vida, hasta que descubrí lo que me limitaba y una manera nueva de relacionarme y conseguir mis objetivos, que no eran otros que ser yo.
Pero esto entonces no lo sabía, lo descubrí mucho después.
Con mi timidez me tocó más adelante estudiar y trabajar.
Tuve la suerte de que mi primer trabajo me obligó a exponerme. No tenía opción, no podía dejarlo, así que tuve que aceptar dar clases de informática. Era muy tímida y mis alumnos eran empleados de banca, señores de traje y corbata que se enfrentaban por entonces a un ordenador. Y yo ahí delante, con mi carita de buena poniéndoles a raya y ganándome su respeto.
¿Y qué hice?
A la fuerza ahorcan.
Aquí tienes la PRIMERA LECCIÓN: La necesidad.
Si tienes una necesidad dejarás de lado tu timidez. Si hay un motivo para hacer eso que temes, no te preocupes que lo harás, y si no lo haces será porque en el fondo no te importe tanto. Puede que te convenga, pero que no te importe lo suficiente, que no es lo mismo.
Entonces no tuve más remedio que tirar de mis recursos.
Por suerte mi ego no iba a permitir que yo diera una imagen de insegura o tímida. Así que muerta de miedo tiré de simpatía. Una combinación tan extraña, que provoca reacciones de todo tipo en los demás. Si puedes pruébalo.
En cualquier caso…
SEGUNDA LECCIÓN: Tira de todos tus recursos.
Que la timidez no te detenga. Deja que tu ego se las apañe. Más vale que campee un tiempo a sus anchas, que evitar exponerte. Luego ya podrás ponerle en su sitio si lo necesitas.
¡Guau!!
¡Qué experiencia!. ¡Qué subidón!. Descubrí que enseñar me fascinaba. Mi ego estaba como loco, por fin era el centro de atención. Algo que todo tímido desea en el fondo. Si eres tímido, reconócelo.
Me sentía importante, me sentía especial. Luego ya hice las paces con mi afán de protagonismo (mi ego) y logré que me movieran motivos más auténticos para continuar exponiéndome, como mi necesidad de compartir y crecer viendo cómo los demás mejoran como hice yo. Pero esta es otra historia…
Con la primera experiencia es suficiente para creerte que puedes vencer tu timidez.
Desde entonces tuve claro que lo pasaría mal en muchas ocasiones por mi timidez, pero ya conocía el otro lado. Ya sabía que podía enfrentarme a las situaciones siendo tímida, y conocía la satisfacción de hacerlo. Así que también sabía que de un modo u otro siempre lograría lo que quería a pesar de mi timidez.
TERCERA LECCIÓN: Tu timidez o tu preocupación por lo que piensen los demás de ti es algo que te acompañará siempre.
No reniegues de ello, alíate con esta actitud. Mira el lado bueno de tu miedo a ser rechazado. ¿para qué te sirve?, ¿cómo lo utilizas?. Sácale partido y decide hacer lo que quieres sin renunciar a tu miedo. Deja que te acompañe y ¡adelante!
En mi caso me sirve para ser precavida. Observo, me lo pienso y gracias a mi timidez valoro mejor si quiero o no hacer lo que tengo por delante.
Observa que justo lo que quieres hacer es lo que te lleva a enfrentarte a tu miedo a ser rechazado, a tu timidez, o a tu costumbre de callarte y no atreverte a decir lo que piensas. Te sucederá en el trabajo, con los amigos, en la familia y ya ni te cuento si estás buscando pareja.
Parece contradictorio, pero tu timidez delata que hay en ti un deseo oculto pero irresistible de hacer justo eso que te obliga a exponerte.
Son tus deseos que piden a gritos que los saces a la luz, que no te rindas. Y tu camino para conseguirlos es enfrentarte a tu timidez.
¿Por qué justo el que tiene vértigo desea con todas sus fuerzas volar o tirarse en parapente?
Porque le supone un reto personal. Desea inconscientemente superar eso que le impide hacerlo, sino volar sería algo que le traería al fresco como a otras muchas personas.
¿Qué te está contando a ti tu miedo al rechazo o tu timidez?
NOTA: Estoy agrupando en el concepto de timidez todas aquellas situaciones en las que tenemos miedo a exponernos, aunque su causa no sea exactamente la timidez.
Mercedes Cobo Política de Privacidad Contacto
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